Las comparaciones son odiosas. E innecesarias en la mayoría de los casos. Pero teniendo en cuenta que los perros y los gatos son, con mucha diferencia, los animales de compañía más habituales, resulta inevitable confrontar sus comportamientos. Y no hay color. Cuando se trata de captar la atención de un perro hace falta muy poquito. Una mirada. Cualquier sonido. A veces incluso nada. Y ya están como locos moviendo la colita en señal de amor. Con los gatos es muy diferente. Demasiado diferente. Pero hay una palabra con la que puedes captar la atención de cualquiera de ellos de inmediato. Sea tu gato, el gato de tu colega o el gato de tu nueva date.
Como indican desde El Confidencial, “la palabra de la que hablamos es ‘miso’ y lo ideal es repetirla unas cuantas veces en tono suave y relajado para que el gato confíe en ti”. Aunque no te apegues excesivamente a la fonética de la palabra: suelen utilizarse muchas variantes de la misma como ‘misi’, ‘misa’, ‘misino’ o ‘mis’ en función del lugar geográfico de España. Y todas ellas funcionan por igual. Después de todo, los gatos no se interesan por esta palabra porque tenga un significado para ellos, sino por la manera en la que suena. No hacen caso cuando les llamas por su nombre, a pesar de reconocerlo perfectamente, pero con un simple ‘miso’ sí.
Una palabra que les relaja
¿Pero por qué? “La palabra en cuestión imita el sonido de un siseo suave, que es, precisamente, lo que se utiliza para captar la atención del felino y despertar su curiosidad al tiempo que lo tranquiliza”. Digamos que tiene todos los ingredientes clave: su siseo genera ondas muy interesantes para el oído del gato, resulta agradable y además no es agresivo, lo cual predispone al animal a acercarse. Esto es especialmente útil cuando te relacionas con el gato de otra persona. No te conoce. No confía en ti. No sabe de qué vas. Si intentas captar su atención con un sonido grave o violento, le echarás para atrás. Te encontrará intimidante. Se pondrá nervioso.
Baja a su nivel
Además, y en esta misma línea de transmitirle seguridad, desde este mismo medio recomiendan colocarse de cuclillas frente al animal o su mismo nivel respecto al suelo para soltarle el ‘miso’. Después de todo, la altura es un factor de jerarquía y de poder en la naturaleza y posicionarte desde lo alto puede resultar amenazante para el gato. Baja a su espacio. Demuéstrale que no quieres dominarlo. Ah, y hay algo que puedes añadir a la ecuación para terminar de bordarlo: “Si realizas este siseo y frotas de manera suave el dedo pulgar contra los dedos índice y corazón te meterás al gato en el bolsillo”. A sus ojos, serás muy catfriendly.