‘Celeste’, una serie para pensar en el sufrimiento que provocan los millonarios que defraudan a Hacienda

No es un delito menor. No es una picardía loable. Es un egoísmo asqueroso que lo envenena todo

Celeste, del guionista Diego San José e interpretada por Carmen Machi, es una de esas series que te obliga a empatizar con un antihéroe. Pero en este caso la protagonista no es un mafioso como era Tony Soprano. Ni un genio del crimen como Walter White. Ni una poderosa targaryen como Daenerys. Es simplemente una inspectora de Hacienda. Una que hace todo lo posible por demostrar que la estrella musical Celeste, inspirada probablemente en la historia real de Shakira, ha estado defraudando más de 20 millones de euros a las arcas públicas. Y, más allá de la calidad de la serie, que existe y muy claramente, Celeste es una invitación a la reflexión. Una que debemos hacer sí o sí.

Porque, admítelo, no te formas una opinión igual de mala de alguien que va a la cárcel por robar 50 euros con violencia que por defraudar una enorme cantidad de dinero. De alguna manera, lo primero te parece mucho peor. Y lógicamente no está bien. Faltaría más. Pero es increíble la manera en la que percibe la evasión de impuestos parte de la sociedad: como un delito menor. Como una trastada. Como algo que se debería hacer si se tiene la oportunidad. Sobre todo desde el ala más conservadora. No obstante, y pese a que no haya agresiones ni vejaciones de por medio, las consecuencias indirectas del comportamiento egoísta de esxs millonarixs defraudadores son importantes.

Para empezar, porque ese dinero que están robándole a las arcas públicas es un dinero que, al contrario de lo que quieren hacer pensar con el rollo eso se lo quedan todo los políticos, es el dinero con el que hacemos sociedad. El que paga a los funcionarios que te protegen. El que paga la limpieza de tus calles. El que construye los colegios e institutos. El que paga tus tratamientos médicos. El dinero de todxs. El que hace que tu barrio, tu ciudad y tu país prospere. El que utilizamos para desarrollar el futuro. El que sustenta todo este estado del bienestar que, por mucho que quieran empeñarse en menospreciar, valorarías infinitamente si lo perdieras de la noche a la mañana. Es así.

Pero es que luego está la justicia

¿Acaso tú no pagas impuestos todos los meses? ¿Acaso a ti no te retienen parte del dinero que generas con tu trabajo para ponerlo al servicio de la sociedad? Sí, lo haces, y lo harás toda tu vida. Al igual que tu pareja. Y tus colegas. Y tus padres, que lo llevan haciendo décadas, responsables junto con otros millones de personas de que dispongas de los servicios públicos de los que dispones. Y da rabia. Da rabia que tú, con tan poco, con unos precios de la vivienda desbocados que no puedes ni soñar con pagar, pagues religiosamente cada mes mientras gente forrada hasta el culo decide que quiere aún más decenas de millones de euros en su banco.

Y eso nos lleva al último punto: ¿qué tan despreciable hay que ser para no querer contribuir solidariamente solo para tener una mansión aún más bestia? ¿Dónde queda la empatía? ¿El sentimiento colectivo? ¿El amor social? ¿No es incluso agradable pensar que, teniendo tu vida más que resuelta, teniendo más dinero del que puedes gastar, puedes permitirte ayudar a que se paguen cosas tan trascendentes como podría ser el tratamiento de la leucemia en lxs niñxs? Y no es demagogia ni populismo. Es que es tal cual. Lo de lxs ricxs evadiendo impuestos es un no me importa nadie más que yo de manual. Una apología del individualismo más rácano y triste. Una oda a la voracidad.

Pero aún así no lo vemos tan grave. Como explicaba recientemente el propio creador de la serie, San José, “eso de de qué sirve que yo pague impuestos si luego los van a malgastar” es “una posición que curiosamente es de las pocas cosas que puede pensar a la vez alguien de izquierdas y alguien de derechas en España. No pagar impuestos es los pocos delitos que tienen buena fama”. Tenemos una mala cultura cívica en este sentido. Quizás porque para mucha gente los servicios públicos ya estaban ahí cuando nacieron. Nunca vivieron en un día a día sin ellos para darse cuenta verdaderamente de lo increíbles que son. Pero sal fuera y descúbrelo. Viaja y alucina.

“En España nos pasa que de fiscalidad y de lo público nadie nos ha hablado en el colegio ni en el instituto, nadie nos ha hablado de impuestos ni nos ha explicado por qué lo que recibimos de un estado del bienestar moderno es tan importante. Por eso, no creo que una serie pueda llegar a cambiar esa falta de conciencia fiscal tan elevada pero sí puede ser una especie de cortocircuito a las ideas preconcebidas del espectador”, decía San José para cerrar aquella entrevista. Recuerda: la mayoría de españolxs recibe más de lo que da a Hacienda. Y eso es gracias a la redistribución de la riqueza. Una imposible si lxs ricxs eluden su responsabilidad. ¿No crees?