Algunas películas pasan desapercibidas injustamente. O se vuelven populares pero no lo suficiente para la experiencia que aportan. Los motivos pueden ser muy distintos: no tener detrás ninguna gran productora que invierta en promoción, estrenarse en el mismo momento que una película mucho más mediática o ser despreciada unánimemente por la crítica especializada. Lo bueno es que el tiempo, como dijo el filósofo francés Voltaire, acaba poniéndolo todo en su lugar. Y para estas cuatro películas infravaloradas ese tiempo ha llegado:
El árbol de la vida, 2011
Terrence Malick es un cineasta muy particular. Muy valiente. Muy transgresor. Y eso es precisamente lo que lastra la popularidad y el amor hacia esta película: el hecho de que no es una película como las que estás acostumbradx a ver. A diferencia del resto de obras que puedes ver en un cine, que son pura prosa, El árbol de la vida es pura poesía. Es otra cosa. Es otra experiencia que no puedes evaluar desde los filtros habituales. Y muchos críticos no lo entendieron así: "la película roza el ridículo en ciertos momentos", llegó a decir uno de ellos.
Los reyes del verano, 2013
El retrato audiovisual de la adolescencia siempre despierta mucho interés. En prácticamente todo el mundo: en lxs jóvenes porque se sienten identificadxs, en lxs adultxs porque la añoran y en lxs muy adultxs porque quieren comprender a sus hijxs. Y de los muchos intentos que se han hecho, probablemente Los reyes del verano sea uno de los más excéntricos, poéticos y melancólicos. E infravalorados. La cinta de Jordan Vogt-Roberts sobre la amistad de Joe, Patrick y Biaggio sigue siendo un tesoro por descubrir para muchísimas personas.
Todos queremos algo, 2016
A muchxs excelentes directorxs les ocurre lo mismo: sus mejores obras son tan buenas que relegan al resto de su filmografía a un segundo plano, incluso cuando esas películas serían destacadas en la carrera de otrx directorx. Es el caso de Richard Linklater. Con Waking Life, la saga de Antes del... y Boyhood alcanzó tales niveles de genialidad que obras como Todos queremos algo permanecen semiescondidas. Pero merece mucho la pena. Durante sus 116 minutos de metraje disfrutarás de un ejercicio sublime de nostalgia. Ya verás.
Wind River, 2017
Dramas, comedias y dramedias. Es todo lo que te hemos dado en esta lista y queremos corregirlo: con Wind River, dirigida por el siempre irregular Taylor Sheridan, tendrás una buena dosis de intriga, de acción y de oscuridad. Y quizá sea esa la razón por la que un thriller tan bien ejecutado, tan amargo, tan apasionado, no haya calado más entre la gente. El hecho de que crítica y público no esperaran tanto de Sheridan después de un lamentable debut, Vile, puede haber condenado a Wind River al ostracismo. Es hora de rescatarla de ahí.