Por fin han rescatado a 12 niños atrapados en la cueva de Tailandia

Los menores atrapados en la cueva de Tailandia han pasado más de dos semanas sin ver la luz del sol
LILLIAN SUWANRUMPHA

Después de que los jugadores de un club de fútbol tailandés, los Jabalíes Salvajes, hayan pasado más de dos semanas atrapados en una cueva del norte de Tailandia, la pesadilla por fin ha terminado. Los 12 niños, que tienen entre 11 y 16 años, y su entrenador, por fin están a salvo fuera de la cueva. Ha ocurrido después de que hoy, martes 10 de julio, se efectuara la tercera jornada de rescate que ha conseguido sacar de una profundidad de cuatro kilómetros a los cuatro niños y al entrenador, de 26 años, que aún quedaban en el interior de la cueva. 

"No estamos seguros de si esto es un milagro, una ciencia, o qué. Los Trece Jabalíes Salvajes ahora están fuera de la cueva", ha informado la Marina tailandesa para celebrar el fin de una agonía cuyo primer rescate empezó el domingo 8 de julio, cuando un equipo de buzos rescató cuatro jóvenes, y que continuó el lunes 9 de julio, cuando se evacuaron otros cuatro.

Los menores rescatados hoy pasarán a recuperarse en el hospital con el resto de sus compañeros. Los ocho menores evacuados los primeros días están ingresados en el hospital de Chiang Rai, provincia también situada al norte de Tailandia, y se encuentran en buen estado de salud. A pesar de que están fuera de peligro, por el momento, solo han podido ver a sus familiares a través de un cristal para evitar posibles infecciones ya que, por desgracia, se han registrado infecciones de pulmón entre dos de ellos.

Pero, a pesar de todo, lo importante es que se puede dar por terminada la angustia que empezó el pasado 23 de junio y que tuvo lugar al terminar un entrenamiento de fútbol, cuando los Jabalíes Salvajes y su entrenador se adentraron en la cueva para explorarla. No habían informado a nadie de su paradero, pero lo que no esperaban es que una fuerte tormenta inundaría la cueva y terminaría bloqueándoles la salida. Ahora, pueden agradecer que lo que podría haber terminado en una desgracia que habría consternado al mundo entero, ha terminado en un susto que nos recuerda que nunca está de más ser precavido. 

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