Por qué el vandalismo vegano debilita la lucha antiespecista

Varios ataques producidos en Europa este verano han generado un intenso debate dentro y fuera de la comunidad vegana
Marlow Butchers/Facebook

Madrugada del pasado 22 de agosto. La sede del Club Taurino de Pamplona amanece con cristaleras rotas y pintadas en la fachada. Los daños, dice su presidente, podrían ascender hasta los 18.000 euros. Tan solo unas horas más tarde el Frente de Liberación Animal emite un comunicado reivindicando la autoría de ese vandalismo activista. Su intención, publican, es "quebrar la certeza de que se pueda tener un espacio seguro donde patrocinar la explotación animal". No pararán hasta cumplir todos sus objetivos antiespecistas, aseguran también. La tradicionalmente pacífica lucha vegana acaba de abrir un nuevo camino.

El fenómeno no es exclusivo de nuestro país. La carnicería Marlow Butchers de Kent Inglaterra recibió su propia dosis de vandalismo vegano cuando varios activistas pintaron "Stop Killing Animals" y "Go vegan" en sus escaparates el pasado junio. Sus dueños, además, informaron estar sufriendo amenazas de bomba e incendio contra el local. En Francia, mientras tanto, la Confederación de Carniceros y Charcuteros recibió su propia dosis de vandalismo protección contra el activismo violento tras los ataques sufridos en ciudades como París o Lille durante este verano. La violencia como respuesta a la violencia especista se expande.

Activismo pacífico vs activismo violento

Pero mientras unas cuantas entidades antiespecistas toman este camino, muchas otras, como la Asociación Vegetariana de Francia, condenan lo sucedido. Su presidenta, Éloide Vieille Blanchard, considera que estos comportamientos de una minoría solo "dan argumentos a quienes viven de la explotación animal para criticar el veganismo". Este debate sobre cómo debe ser el activismo, sobre cuál debe ser la actitud frente al opresor, está lejos de ser exclusivo del movimiento antiespecista. De hecho, todas las luchas sociales conviven con esta cuestión que tantas divisiones provoca.

Para Francisco Vásquez, presidente de la oenegé antiespecista AnimaNaturalis, estas técnicas de sabotaje son parte intrínseca de los movimientos sociales. No obstante, y durante nuestra entrevista, insiste mucho en diferenciar entre acciones violentas y acciones meramente ilegales: "Entrar en una granja, matadero o laboratorio animal para documentar lo que ahí sucede de forma secreta puede ser ilegal, pero no ilegítima ni violenta. Estas acciones no benefician directamente al animal, pero nos permite desenmascarar hechos inmorales como el estado lamentable de los cerdos en la industria cárnica".

La industria contrataca

El problema, dice Vásquez, es que una acción de sabotaje puede provocar una reacción de la industria y de las autoridades políticas que haga retroceder el movimiento animalista. "La infiltración del Frente del Liberación Animal en el Reino Unido aportó mucha información sobre lo que sucede dentro de los laboratorios, cómo son los experimentos con primates para probar teorías de aislamiento sensitivo. Pero también provocó que se incluyeran las acciones animalistas que rayan lo ilegal dentro de ese pack conocido como terrorismo industrial, dotándolas así de las mismas consecuencias penales que el terrorismo violento", explica el portavoz.

La capacidad de la industria de explotación animal para devolver el golpe es tremenda. El propio presidente del Club de Tauromaquia de Pamplona respondía así a los actos vandálicos del 22 de agosto: "Lo único que van a conseguir de nosotros es que redoblemos nuestro compromiso, nuestra afición y nuestras ganas de organizar actos y difundir la tauromaquia allá donde vayamos". Y no solo eso. Como bien apunta Vásquez, tras estas acciones de sabotaje "la industria consigue más apoyo popular gracias a su papel de víctima". Aunque debemos recordarlo: las verdaderas víctimas en todo este asunto son los animales.

No a la violencia

Pero la reacción de la industria no es el único argumento para cuestionar la validez de este activismo de sabotaje, especialmente del violento, según el presidente de AnimaNaturalis. La razón principal es simple y llanamente que la sociedad rechaza la violencia. "Todas las acciones violentas producen una pérdida de simpatía por parte de la gente, sobre todo cuando no se pueden comunicar bien a quienes no simpatizan con nuestra causa que las razones tras esa acción son justificables. Comprendo la pasión de quienes defienden a los animales, pero si generalizamos estas tácticas estamos perdidos", confiesa Vásquez.

Además, añade este veterano activista, la acción violenta es innecesaria porque "los debates en torno a la tauromaquia, los espectáculos animales o el consumo de carne están ya abiertos". Su optimismo es admirable: "Vivimos en un momento en el que tenemos que dialogar para lograr consenso. Los avances logrados no satisfacen nuestros sueños, pero esto es solo el comienzo de un largo camino. La gente necesita tiempo para ver lo que para nosotros ya es evidente. Pero eso llegará algún día. Aunque gracias a los argumentos. La violencia no debería tener futuro". Que no te engañen: este vandalismo no representa al movimiento vegano y, desde luego, está lejísimos de la violencia ejercida contra millones de animales en todo el mundo.

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