Jenna Ortega confiesa lo mucho que le afectan las redes sociales
Las redes sociales no son un reflejo fiel de la humanidad. El exhibicionismo, el hate y la teatralización de la propia vida alcanzan en estas plataformas tales niveles que prácticamente parecemos otra especie. Y algunas personas simplemente no quieren lidiar con esta toxicidad tan profunda. Para ti es relativamente sencillo. Sí, si no estás en las redes estás un poco out de la vida, pero puedes seguir funcionando. ¿Pero qué ocurre cuando preferirías alejarte de estos mundos pero tu profesión te obliga una y otra vez a estar en ellos y dedicarles tiempo? Esto es lo que, según le ha contado a la actriz Elle Fanning en una charla en Variety, le está ocurriendo a la actriz Jenna Ortega.
”Cuando era más joven nos llevaban a clases de comunicación: Disney 101 o algo así. Fue una experiencia fea. Nos decían: ‘Vais a poner posts tres veces al día. Así es como conseguís y captáis seguidores y promocionáis nuestra serie’”, ha explicado la protagonista de Miércoles muy afectada, con lágrimas en los ojos. “Entrabas en un casting o en una reunión y te preguntaban cuántos seguidores tienes”. Si en su canal de Instagram no había mucho movimiento, si no tenía una gran legión de followers, simplemente la rechazaban. En estos tiempos de plástico no importa tanto el talento como los números en estas plataformas. La presión para personas como Ortega es brutal.
“Me pone nerviosa ser yo misma”
Sobre todo porque ella es consciente de que las redes sociales le hacen mal a su salud psicológica y emocional. Como ella misma cuenta en la entrevista con Fanning, “las redes sociales, lo que hacen a gente de nuestra edad, es un juego competitivo y de comparación, influyen en la mentalidad popular, manipulan”. Y solo tiene dos alternativas. O se muestra fake para conseguir seguidores y papeles, mostrando una vida de cartón piedra, o se muestra desnuda emocionalmente, lo que para una persona de su popularidad resulta muy difícil. Así mismo lo expresa la actriz: “Después de la serie me pone nerviosa compartir o decir algo sobre lo que sea, o ser yo misma”.
Se encuentra en el foco. Y dividida. Queriendo preservar su intimidad y su equilibrio mental, pero teniendo que estar activa en redes para no quedarse fuera de la rueda laboral. “Incluso después de rodar Miércoles, cuando hacía castings, le decían a mi equipo: ‘nos gusta, pero no sabemos si tiene un nombre lo suficientemente fuerte”. La obsesión con los números alcanza ya cotas ridículas. Y fuerza a personas como Ortega a ser alguien que no son, a proyectar imágenes que no les representan, a participar en una obra teatral que detestan. Pero no caigamos en engaño: esto le ocurre a casi todo el mundo. Lo de Ortega es simplemente ese mal llevado al extremo.