Una plaga de ratas de laboratorio se ha instalado en el centro de Barcelona
Una plaga de ratas de laboratorio se ha asentado en la Plaza Catalunya de Barcelona, centro neurálgico de la ciudad. Así lo han confirmado las fotografías tomadas por el diario La Vanguardia y la empresa de control de plagas, CatPlagues, cuyos técnicos han supuesto que podrían haber huido de algún lugar o bien haber sido abandonadas. Dos posibilidades que indican que un día estas ratas blancas podrían haber sido La Vanguardia o objeto de estudio en un laboratorio y que, por tanto, no están en el lugar por elección propia o por causas naturales. Más aún sabiendo que su destino más probable será morir a manos de los servicios municipales de control de plagas.
"La verdad es que no son habituales en las calles de la ciudad. Pero un único ejemplar puede generar toda una colonia. Basta con que una se escape de un laboratorio, de una tienda de animales, de una casa... Quizás alguien la tenía como mascota y la abandonó porque se hizo demasiado grande. Estas ratas crecen mucho más que las cobayas”, contó un responsable de CatPlgues, que, al mismo tiempo, añadió otra teoría que podría explicar qué hacen ratas de laboratorio en el centro de Barcelona: “Otra explicación sería que estos ejemplares fueran el resultado de algún tipo de mutación, que se trataran de alguna especie de rata albina a la que nunca da el sol. Pero esta hipótesis parece muy poco probable”.
Sea cual sea su origen, el Ayuntamiento de Barcelona ya ha plantado carteles en la plaza informando de que hace pocos días inició una operación de desratización –vaya, que ya han empezado a matarlas con veneno–. Sin embargo, acabar con ellas no será tan fácil. Así lo advirtió CatPlagues al recordar que “el buen clima de Barcelona no ayuda. Además, se están preparando para criar, las madrigueras abundan cuando se da una superpoblación, las heces de paloma atraen a los roedores, la plaza Catalunya es un lugar muy concurrido de gente...”. Un destino cruel para unos animales cuyo único error es el de tener una tasa de reproducción demasiado elevada y una habilidad innata para sacar partido a las montañas de residuos que generamos. La pregunta es: ¿Quién es el culpable de su incómoda prosperidad? Ellas no, desde luego.