Tu obsesión por sacarte los puntos negros podría ser el síntoma de algo mucho peor

Tu obsesión por sacarte los puntos negros también es una enfermedad
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Es un pellizquito que mueve pasiones: a unos les repugna ver cómo sale lentamente todo el pus de un grano de la espalda, pero a otros les produce un placer inmenso. De hecho, no paran de sacarse las espinillas, los puntos negros y los pelos enquistados de las rodillas. Pero aunque la mayoría lo vinculamos con una sonrisita viciosa, sacar granos no es siempre divertido. La obsesión se convierte en enfermedad para una de cada veinte personas, que de tanto hurgar, se destrozan la piel, según un artículo de The Guardian.

Lejos de esos amigos que van a por ti cada vez que te aparece una espinilla maldita en el cuello o de quienes no pueden parar de mirar vídeos donde se revientan los granos más gordos del mundo, la dermatilomanía o escoriaciones neuróticas forma parte de las enfermedades conocidas como conductas repetitivas centradas en el cuerpo, que incluyen también morderse las uñas algo que hacen compulsivamente el 45% de los adolescentes, tirarse del pelo o apretarse con los dientes las mejillas y los labios. La Sociedad Española de Medicina Interna explica que estos comportamientos suelen ser consecuencia de problemas emocionales y que además de daños en el cuerpo, tienen incluso efectos psíquicos para quienes los padecen. La vergüenza y sentimiento de culpa pueden provocar incluso intentos de suicidio.

Las escoriaciones neuróticas están muy vinculadas a la pesadilla de los jóvenes: la ansiedad, pero no siempre. De hecho, pueden manosearse la piel cuando están felices o tristes a causa del estrés o del aburrimiento. A veces se ponen guantes para evitar hacerse daño con el gesto o se aplican crema hidratante para suavizar el impacto, explica Jacqueline Kinikita, una periodista de Refinery 29 que la pesadilla de los jóvenes: la ansiedad con un texto que ha ayudado a romper el tabú. Kinikita se dio cuenta de que tenía un problema cuando un día, mientras iba en metro, un extraño le preguntó si estaba bien porque sus labios sangraban. "Casi en cada minuto del día, me rasco los labios hasta que me duele sonreír, me muerdo las cutículas hasta que no puedo ni escribir un mensaje o me araño los pelos enterrados... hasta dejarme cicatrices", cuenta en el artículo.

La dermatilomanía puede empezar a cualquier edad, aunque lo más habitual es que los primeros síntomas aparezcan en la adolescencia. Ponerse guantes o crema hidratante son algunas de las formas de evitar el daño al instante, pero los expertos recomiendan un tratamiento psicológico para intentar buscar el origen del trastorno y tratar de calmar la ansiedad. En Instagram, muchas chicas, quienes más sufren las escoriaciones, han contado cómo han podido superar esta obsesión y con ello ayudar a tantas otras personas que sufren de esta enfermedad sin saberlo. Nunca es tarde para darte cuenta de que algunas de tus ‘manías’ tienen sus peligros. 

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