Los motivos que explican la rumiación mental antes de dormir

El perfeccionismo extremo, el estrés severo o la excitación aumentan los riesgos de atascarse en la rumiación mental
Es ese instante en el que no puedes parar de encadenar pensamientos

Tenemos vidas tan sumamente colmadas de estímulos que, en el momento en que reina la oscuridad, en ese instante de silencio casi absoluto en el que intentamos bajar el telón durante unas horas, los pensamientos y sensaciones que no hemos abordado conscientemente nos invaden. Nuestro cerebro por fin encuentra ese tiempo y ese espacio necesario para rumiar acerca de los problemas. Como indica en los problemas el doctor en psicología clínica Joaquín Mateu, es la rumiación mental, la "sucesión de pensamientos invasivos y perseverantes que versan sobre sucesos negativos del pasado o de un eventual futuro".

Lógicamente, todas las personas experimentamos la rumiación mental de vez en cuando. Como decíamos, estamos prácticamente la totalidad de las horas del día distraídos con alguna tarea o entretenimiento y esos minutos y en el peor de los casos horas antes de quedarnos dormidos son interpretados por la mente como una oportunidad para "reflexionar sobre nuestras vidas o sobre aquellos problemas importantes que tarde o temprano habremos de resolver", en palabras de Mateu. Sin embargo, para muchas personas las rumiaciones son permanentes, irremediables y turbulentas. Y el insomnio hace acto de presencia.

Pero, ¿por qué existen personas que rumian mucho más que otras una vez tumbadas en la cama? Según este especialista, profesor adjunto de la Universidad Internacional de Valencia, hay varias causas alternativas. La primera de ellas tiene que ver con el perfeccionismo extremo, ya que quienes padecen esta condición son propensos "a enfrascarse en la búsqueda de soluciones inequívocamente beneficiosas allá donde todas las posibles vías de acción albergan una pérdida o renuncia". En cierto modo, estas personas se niegan a aceptar una solución imperfecta y buscan compulsivamente una utópica solución impoluta.

La segunda está relacionada con dos trastornos mentales como son el trastorno obsesivo compulsivo y el estrés postraumático. La clave se encuentra en que "en ambos casos se aprecian pensamientos intrusivos e indeseados con profundas resonancias afectivas". Algo similar ocurre con la tercera de las posibles causas: el estrés negativo, ya que "precipita un estado subjetivo de alerta ante situaciones que son valoradas como desbordantes en relación con los recursos percibidos como disponibles". ¿Significa esto que vivir las rumiaciones mentales presueño de manera muy intensa implica necesariamente una afección?

Lo cierto es que no. Como apunta Mateu, existen otros factores de riesgo como una exposición excesiva a un gran estímulo mental o físico durante las horas previas a acostarse, una exposición excesiva a las pantallas y los dispositivos electrónicos o simplemente dormir en un entorno diferente del habitual. Son circunstancias que pueden activar tu cerebro y, en consecuencia, la rumiación mental. ¿Pero cómo prevenirla? "Ducharse con agua templada antes de dormir, evitar el ejercicio o las comidas copiosas a horas intempestivas o aprender estrategias de relajación" puede mejorar nuestra higiene de sueño y salud mental.

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