La reserva cognitiva: la pieza que necesitamos entrenar para llegar hábiles a la vejez

No todo el mundo responde igual ante los daños cerebrales y te explicamos por qué

El cerebro puede sufrir algunos daños derivados de patologías o del propio envejecimiento. Una enfermedad neurodegenerativa como el alzhéimer se manifiesta con daños al órgano con el que pensamos, el responsable de dar las órdenes al resto del cuerpo. Pero una misma lesión puede afectar de manera diferente a las personas en función de su reserva cognitiva. ¿Y eso qué es?

Pues bien, la reserva cognitiva es la capacidad que tiene el cerebro para adaptarse a los cambios a los que se enfrenta. Fue un término que, como explica la web del Centro de Diagnóstico e Intervención Neurocognitiva de Barcelona (CDINC), ganó relevancia en 1986 gracias a un estudio científico que se dio a conocer como ‘El estudio de las monjas’.

El epidemiólogo y profesor de neurología en la Universidad de Kentucky Edward Snowdon decidió estudiar la evolución cerebral de personas de avanzada edad, y un convento le resultó un contexto propicio puesto que las monjas habían vivido en condiciones similares. En su primer estudio contó con 306 religiosas y en un segundo convenció a 678 monjas. Les hizo pruebas anuales físicas y mentales y además las hermanas aceptaron donar sus cerebros a la ciencia para que los analizaran al fallecer.

La conclusión fue que las monjas con un mayor nivel educativo y que habían sido más activas mental y físicamente mantenían mayor independencia en la vejez. Es más, algunos cerebros mostraron los mismos signos físicos de alzhéimer, pero con diferentes consecuencias en la vida de las monjas. O sea, que algunas monjas conseguían mantenerse más sanas, lúcidas y autónomas que otras a pesar de mostrar la misma lesión cerebral.

Un caso ilustrativo, explica el neuropsicólogo Jaime Naranjo en la web Impulsa Neuropsicología, es el de Bernardette, una mujer que terminó sus estudios universitarios y se dedicó a la docencia durante años antes de entrar en el convento. Snowdon la describía como una mujer “muy agradable y perspicaz”. Murió de un infarto a los 85 años y al explorar el cerebro vieron que tenía uno de los tipos de alzhéimer más severos que existen. O sea, tenía el gen pero no había desarrollado la enfermedad.

La reserva cerebral es una propiedad que viene dada por factores biológicos y genéticospara afrontar los cambios, y la reserva cognitiva amplía este concepto a la capacidad que va adquiriendo a través de otros factores. Así, según determinan varias investigaciones, la actividad lectora, la ocupación laboral, el estatus socioeconòmico, el bilingüismo, el ejercicio físico moderado y habitual, la formación musical y la actividad social son elementos que ayudan a reforzar la reserva cognitiva. Y con ello, pueden ayudar a ralentizar el deterioro cognitivo y a preservar mejor el cerebro ante daños como el alzhéimer.

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