Los ultras griegos están agrediendo a los refugiados que llegan a Lesbos

Incendios en centros de refugiados y porrazos a las furgonetas de los voluntarios son solo dos ejemplos de los momentos de pánico que han provocado las manifestaciones de la extrema derecha en la isla griega
Hibai Arbide Aza

Este domingo, un grupo de desconocidos incendió un centro de acogida de la playa Skala Sykamineas, en Lesbos. Era el pistoletazo de salida a una semana de manifestaciones de la extrema derecha, que se ha concentrado estos días en la isla griega para sembrar el pánico entre los refugiados. Lesbos, a escasos kilómetros de la costa turca, es la puerta de entrada a Europa para miles de inmigrantes y los ultras griegos, que llevan años oponiéndose a la llegada de inmigrantes a su país, han decidido pasar a la violencia.

Esta semana, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, ha decidido dejar de impedir a miles de refugiados que abandonen su país, así que le ha pasado el 'problema' a Grecia, ergo, a la Unión Europea. Desde hace días, los ultras se pasean en moto en grupos enormes de matones vestidos de negro con el simple objetivo de sembrar el miedo. Un niño sirio de cuatro años murió cuando el barco inflable en el que viajaba con otras decenas de personas fue azotado por la policía griega mientras trataban de llegar a la costa de Lesbos.

Un vídeo que se ha hecho viral muestra a la policía fronteriza griega golpeando una embarcación que llegaba con el motor estropeado a Lesbos mientras les golpeaban con un palo y los insultaban. A las mujeres las insultaban de "zorras" por "follar como conejos" o sea, por llegar embarazadas al continente. Y es solo el principio. Por ahora, miles de refugiados se han abalanzado a la frontera y Erdogan ya ha advertido de que serán "millones", que huyen de la guerra y la muerte y que se topan con una extrema derecha en Grecia cada vez más radicalizada.

El lunes, varios miembros de la ONG vasca Zaporeak volvían del campo de refugiados de Moria, donde cada día dan de comer a unas 2.000 personas, cuando su furgoneta fue interpelada por un tipo que, al ver que no hablaban griego, llamó a sus 200 colegas. El grupo, armado con palos, empezó a zarandear la furgoneta y a amenazarlos. Intentaron bajarlos del coche, pero por suerte, los voluntarios lograron escapar. "Nos abrieron las puertas, nos decían que bajásemos. Menos mal que es grande y no lograron sacarnos", contaba uno de ellos a eldiario.es.

Zaporeak no es la única organización que ha sufrido amenazas. Varias ONG ya han recomendado a su personal que se confine en los centros y este martes más de 70  organizaciones internacionales habían pedido al gobierno griego y a la Unión Europea que tome medidas para frenar esta oleada de violencia racista que se está viviendo en la isla porque las verdaderas víctimas no son los cooperantes, sino los refugiados que llegan a Lesbos sin otro lugar al que moverse hasta poder regularizar su estatus migratorio en Europa.

Nos hemos acostumbrado a vivir "crisis de refugiados" en bucle, pero cuando los ultras se arman y se organizan para agredir a los extranjeros o a quienes trabajan por echarles una mano, nuestra responsabilidad es exigir que las autoridades persigan y juzguen a los acosadores. Lo de revisarnos el racismo es un proceso individual.

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