Madleen Kullab, la pescadora de Gaza que inspiró la flotilla humanitaria que detuvo Israel
La captura del barco humanitario Madleen y la detención de las 12 personas que iban a bordo, entre las que se hallaba la activista Greta Thunberg, ha sido la enésima violación del derecho internacional por parte de Israel. Porque esa flotilla no quería hacer otra cosa que llevar suministros básicos a la población palestina. Porque no había personas armadas en la embarcación que representaran un peligro. Y porque lo hizo en aguas internacionales. Israel está en modo me da igual todo. No, el Madleen no llegó a Gaza, pero sirvió para evidenciar aún más el desprecio del gobierno de Netanyahu hacia los derechos humanos. Y para contar la historia de Madleen Kullab.
Ponerle nombre a la tragedia
Los números insensibilizan. Cuando lees que han sido asesinados ya 57.000 civiles en Gaza, de los cuales más de 17.000 eran niños, te estremeces un momento y sigues con tu vida. Y no es culpa tuya. Son solo datos. Escalofriantes, sí, pero sin nombre ni rostro. Por eso es tan bonito lo que ha hecho la Coalición de la Flotilla de la Libertad al nombrar su barco en honor a una pescadera gazatí para, según han explicado sus organizadores, “destacar el sufrimiento y apoyar a las mujeres de la Franja”. Es solo una historia más. Una de millones. Pero la entrevista del corresponsal árabe de la BBC en la región, Omar Hassan, a esta pescadora te revuelve el alma.
“Era una vida hermosa, aunque el mar en Gaza no nos daba mucha pesca, pero al menos podíamos encontrar algo para comer”, le cuenta Madleen Kullab. “Desde el comienzo de la guerra todo ha cambiado. Nos desplazamos y dormimos en la arena y en la calle. Perdimos todo lo que teníamos, incluyendo nuestro equipo de pesca, nuestros barcos y todo lo demás”. Su vida como pescadora extinguida. Su vida como madre de cuatro hijos, y en siete meses de uno más, hecha un infierno: “Más de un año y medio de la vida de nuestros hijos se ha desperdiciado. Sin educación, sin juguetes, sin una vida decente. No tenemos medios para sobrevivir. No hay nada”.
Aunque sí que hay algo. Hay humanidad en ella. Por eso se emociona cuando habla de la flotilla. “Conocen mi historia como pescadora y saben cuánto he sufrido y luchado en la vida, así que quisieron honrarme poniéndole al barco mi nombre. Me enorgulleció que alguien se interesara por mi historia y por mí”. Una mujer que desafiaba los clichés de género al dedicarse a una profesión mayoritariamente de hombres. Una mujer que sufre cada día por no poder darle de comer a sus hijos. “Queremos que se levante el bloqueo y que termine la guerra. No podemos seguir con este mismo y esta hambre. Somos personas que queremos vivir”.
Hay muchas otras historias así detrás de las cifras oficiales y solo una pregunta decente que hacerse: ¿hasta cuándo?