Crónica del resurgir de la hibristofilia: enamorarse de los criminales

Existe una conexión entre consumir mucho documental y serie true crime y desarrollar hibristofilia

Es un fenómeno difícil de entender, pero que viene dándose durante décadas en todo el mundo: gente, y especialmente mujeres, que se enamoran de asesinos en serie y otros criminales ultrapeligrosos. Les envían cartas de amor a la cárcel. Les proporcionan compañía. E incluso en ocasiones se convierten en sus cómplices. Un fenómeno llamado hibristofilia que, dice el periodista experto en cultura popular Rubén Márquez, venía debilitándose a causa del “crecimiento de la empatía entre la población de mujeres, pero que las jóvenes de la generación Z han vuelto a poner sobre la mesa”. Y sí, el caso de Luigi Mangione es el ejemplo perfecto de este resurgir.

¿Pero a qué se debe? Márquez remite a una nueva investigación de la Universidad de Huddersfield, en Inglaterra, llevada a cabo con mujeres de entre 18 y 27 años. Y, como quizás ya se te haya pasado por la cabeza, la conclusión principal fue que existe una conexión entre consumir mucho documental y serie true crime y desarrollar hibristofilia y pasarte las tardes mirando fotos de Mangione en juicios. Pero Netflix no es la única responsable: parece que los vídeos de TikTok en los que se glorifica a este tipo de personajes públicos también contribuye a su endiosamiento. Obviamente, hay razones sociopsicológicas más complejas detrás, pero este nexo existe.

Una vez más, los algoritmos empujan a la gente a los extremos. Porque tú puedes haberte sentido atraídx por un vídeo sobre Charles Manson o haber disfrutado una serie tipo You y ya, pero los algoritmos de ambas plataformas empezarán a sugerirte más y más contenido en ese flow. Y, claro, se dan dos factores simultáneos. Por un lado, en el caso de series ficticias, eligen a actores objetivamente muy atractivos físicamente. Por otro lado, te muestran muchas de las facetas humanas que tienen y, aunque algunas sean detestables o incluso terroríficas, otras son más comprensibles, lo que te lleva a cogerle cierto aprecio y dejar de juzgarle tan duramente.

Todo esto puede parecer anecdótico, pero el revivir de la hibristofilia es peligroso. No porque la gente vaya a llevarlo al extremo máximo y plantarse en el juicio de Mangione para apoyarlo. No. Pero toda esa justificación de la violencia y de lo oscuro a través del atractivo sexual no siempre se queda en la pantalla y puede permear en la personalidad de la gente, sobre todo de la gente muy joven. Y al final volvemos al clásico cliché de es una mala persona pero yo puedo cambiarle y hacer que me cuide. Un discurso que ya teníamos bastante superado. Por suerte. El malote lejos. El de la responsabilidad afectiva cerca. La lección ya está aprendida.

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