Cada vez más gente joven trata de encontrar a Dios
Algo está pasando con la religión: según un análisis realizado en el Reino Unido, el porcentaje de gente joven que cree en Dios ha pasado del 22% en el año 2019 al 45% en el año 2025. Sí, la generación que está ahora en torno a los veinte está volviendo a las iglesias. No es necesariamente una cuestión familiar. No es que vivan en una sociedad religiosa que les empuja hacia la fe. No. Es algo más. Una serie de circunstancias diferentes que se han alineado para hacer que creer en algún tipo de divinidad sea atractivo de nuevo. Y entre las más importantes está la ola conservadurista.
Porque muchos de los valores del cristianismo están en consonancia con los valores de la derecha política: la oposición al aborto, la negativa a acoger a la comunidad LGTBIQ+ o el apego a los roles de género tradicionales son solo algunos de los ejemplos más claros. Si la gente está echándose cada vez más a la derecha es relativamente comprensible que terminen topándose con la fe cristiana. Y los datos lo confirman: la ola ultraderechista encandila más a los hombres que las mujeres y son ellos quienes más están volviendo al amparo de la Iglesia. A quien legitima su ideología.
Pero sería ingenuo pensar que esta es la única razón de este fenómeno. Como escribe el coautor del análisis, el doctor Rob Barward-Symmons, “con gran parte de la población luchando por su salud mental, contra la soledad y contra la pérdida de sentido de la vida, la iglesia parece ofrecer una respuesta”. La adicción a las redes sociales te aísla y toda esa amalgama de mierdas que están teniendo lugar en el mundo, con las guerras militares y las guerras comerciales, te genera una incertidumbre casi insoportable que la religión promete aliviar con algo de esperanza.
Y luego está el marketing religioso. Como explica el periodista John Tones, “en los últimos meses estamos asistiendo al crecimiento de una nueva generación de influencers que comunica los vericuetos de su fe adaptando las enseñanzas a los nuevos tiempos”. Muchas de ellas parte de la propia Iglesia. Es el caso de las monjas influencers. Que si Sor Claudia. Que si Sor Marta. Que si Josefina Cattaneo. Que si Judith de Jesús. Mujeres que viven en las instituciones cristianos y que acercan la fe a la gente joven a través de la cercanía de TikTok y aprovechando la curiosidad ajena.
De hecho, el fallecimiento del Papa Francisco y la retransmisión de su funeral ha sido un auténtico acontecimiento digital. Mucha gente joven que no tenía conexión ninguna con la Iglesia se ha visto inundada de contenidos relacionados con las buenas obras del sumo pontífice, lo que en algunos casos puede suponer una puerta de entrada a la fe cristiana. Las redes sociales, tan modernas, tan ajenas a la ortodoxia religiosa, pueden acabar convirtiéndose irónicamente en uno de los mejores impulsores de la religión.
De todas formas, también hay una bonita paradoja en todo este movimiento procristiano: la gente conservadora se está arrimando a la religión porque defiende sus mismos valores reaccionarios, sí, pero mucha gente progresista también. Y es que el cristianismo tiene esas dos caras. Por un lado, reniega de muchos colectivos vulnerables. Por otro lado, habla del perdón, de la humildad, del cuidado de los pobres y, sobre todo, del amor a la comunidad. Unos valores que están en peligro estos días y que mucha gente joven quiere experimentar en primera persona.