Barcelona te va a multar si tiendes la ropa en tu balcón
Si has entrado aquí pensando que ibas a leer un poco y a acabar diciendo aquello de vaya clickbait me acabo de zampar estabas muy equivocadx. Porque esto está pasando: en Barcelona te podrán meter una multa de hasta 750 euros por tender la ropa mojada en tu balcón. Bueno, en tu balcón, en tu terraza, en tu ventana o en cualquier otro espacio que se vea desde la calle. Esto, escribe la periodista Andrea Núñez-Torrón, se hace supuestamente para preservar la estética de los edificios y el patrimonio arquitectónico. O dicho con otras palabras: no quieren que tú seques tu ropa al aire libre para que lxs turistas puedan disfrutar de unas fachadas bien hermosas.
¿Pero cuánto sentido tiene esto? Para empezar, tender la ropa en la fachada de las casas es una cosa muy española que, en cierto sentido, le aporta mucho flow a nuestras ciudades. Les da personalidad. Hace que la gente que viene de fuera, de países sin mucho sol en los que tienen que tirar de secadora todo el rato, se maraville ante esta tradición. No sé a ti, pero a mí me molan los edificios con sus camisetas y sus bragas tendidas por fuera. Así era el pueblo en el que crecí. Así eran las calles en las que me movía. Además, es una práctica muy efectiva que hace que tu ropita esté seca y sin olores porque a los microorganismos no les da tiempo a proliferar. Es higiénico.
Y luego está el tema del dinero. ¿El sistema te obliga a vivir en una casa enana, porque cualquier cosa medio decente te cuesta siete pulmones, y encima tienes que tender dentro? ¿Dónde? ¿En la cocina al lado de los fuegos para que la ropa huela a pasta carbonara? ¿En el baño para que coja los olores que nunca querrías que cogiera? ¿En el salón delante de la tele tapándote la mitad de la escena de turno de The Last of Us? ¿En tu cuarto para que tengas que hacer parkour para llegar a tu cama? ¿Estamos tontos? Ah, sí, lo de la secadora, pero resulta que también cuesta dinero. Tanto el aparato en sí como ponerla todas las semanas. Ya precarizan hasta lo de secar la ropa.
Por último, está el debate por excelencia de estos últimos tiempos: ¿las ciudades son para quienes viven en ella todo el año o para quienes vienen unos días de visita? Porque yo lo tengo claro: el bienestar de la gente de Barcelona debe estar muy por encima del de cualquier turista. Y si no les mola Barcelona porque sus fachadas luminosas tienen calzoncillos o pantalones colgados, que se vayan a Islandia. No tiene sentido uniformizar todos los destinos turísticos para que gusten a todxs. Se trata de conservar su esencia particular. Una esencia sustentada sobre la cultura y la felicidad de la gente autóctona. Queremos calcetines al sol. Tantos como quieran lxs barcelonesxs.