Así impacta la corrupción política en tu vida

Versión corta: destroza tu fe en el sistema

En estos tiempos de polarización política extrema resulta difícil hablar de temas tan delicados como la corrupción sin entrar en ideologías y partidismos. Pero hay que intentarlo. Sí, porque aquí no se trata de echarle mierda al PP, al PSOE o a cualquier otro partido. Se trata de analizar cómo este mal universal, que afecta a todos los sistemas políticos y a todos los países en menor o mayor medida, termina jodiéndote a ti como persona individual. Porque lo hace. Los escándalos de corrupción aparecen en los medios digitales que consumes y en los tiktoks de lxs influencers políticos y parece que te pilla muy de lejos. Una anécdota tras una pantalla. No es así.

La corrupción te afecta de muchas maneras. Por un lado, y como explican desde Business Insider, hace que pierdas la fe en el sistema. Y esto no es cualquier cosa. A la larga, caso tras caso, te desconectas de la política, pierdes las ganas de votar, comienzas a pensar que tienes que hacer la guerra por tu cuenta y, sobre todo, y aunque no lo notes mucho, sufres una desmoralización constante. Porque es muy complicado mantener el optimismo y la alegría en un mundo en el que no paran de romper tu confianza. Al final acabas pensando aquello de todo está corrupto y no hay nada que hacer tan peligroso para las democracias. Pero no es tu culpa.

Por otro lado, y de nuevo según este medio, la corrupción política “reduce las inversiones extranjeras por miedo a la inseguridad jurídica”. O dicho de otra manera: cuantos más millones de euros se roban menos dispuesta está la gente de fuera a traer dinero aquí para que crezca el país. Y sí, eso, en un mundo globalizado dependiente de las inversiones, tiene consecuencias para el mercado de trabajo. ¿Un dato triste? “Según el Ministerio de Economía, la inversión bruta extranjera en España en los primeros meses del 2025 ha bajado un 45,3% respecto a la del mismo trimestre de 2024”. Y ha ocurrido en el pasado con la corrupción de otros partidos.

Pero la cosa no termina ahí. La desviación de recursos destinados a servicios públicos como la educación, la salud o la seguridad generan aún más desigualdad social y económica. Lo que las instituciones públicas pueden ofrecerte empeora. Además, el favoritismo en la asignación de contratos públicos y servicios de salud te cierra las puertas a las oportunidades a las que legítimamente tienes derecho. Ah, y probablemente lo peor de todo: lxs ciudadanxs empezamos una lucha entre nosotrxs culpando a ese o aquel otro partido en lugar de hacer piña frente a lxs ladronxs. Nos separa aún más de lo que ya lo estamos. Y separadxs somos más débiles.

Preferencias de privacidad