Algunos hombres se están sometiendo a dolorosas cirugías para ser más altos

A la rotura de fémures le siguen tres meses de agonía y riesgos

La presión estética ha sido históricamente mucho más intensa hacia las mujeres que hacia los hombres: las sociedades les han dicho siempre cómo deben lucir y les han estigmatizado cuando no lo hacían. Una pesadilla psicoemocional que les acompaña desde que son bien pequeñas. Pero eso no significa que ellos no la sufran en absoluto. Porque sí lo hacen. Especialmente con una característica profundamente asociada al atractivo de los hombres: la estatura. Sí, hay bastantes mujeres y bastantes hombres que dicen no sentirse atraídas por hombres cuya altura está por debajo de la media. Y eso está llevando a muchos de ellos a someterse a dolorosas cirugías de crecimiento.

No es ninguna broma. El procedimiento de alargamiento de piernas parece una tortura medieval. Primero, te someten a una operación en la que te rompen los fémures y te insertan unas varillas metálicas. Luego te pasas tres meses en los que tienes que girar una llave externa colocada en tus piernas para aumentar la distancia entre tus huesos y que sea tu cuerpo quien rellene ese espacio con hueso nuevo. Y es dolorosísimo. Pero una barbaridad. Lo haces cuatro veces al día y sufres muchísimo porque los músculos, los tendones y los ligamentos están sometidos a una tensión brutal. Cada uno de los milímetros de altura que ganas cuesta un calvario. Y luego están los riesgos.

“Coágulos de sangre, problemas articulares, falta de crecimiento de tejido óseo nuevo, lesiones vasculares, cicatrices y dolor crónico son posibles complicaciones, además del síndrome de la bailarina, en el que los tendones de Aquiles no se estiran adecuadamente, forzando los pies a formar un arco exagerado e impidiendo al paciente caminar”, cuentan desde The Guardian. Después de esos tres meses de sufrimiento, viene una segunda operación quirúrgica en la que te retiran los fijadores. Con suerte habrás ganado unos cuantos centímetros. Pero el precio a pagar habrá sido muy alto, lo que debería hacernos reflexionar como sociedad. Porque se nos está yendo de las manos.

Piensa que esto no es una moda de cuatro tipos sueltos muy bajos. Según una investigación india, “la industria mundial del alargamiento de extremidades crecerá rápidamente para 2030, alcanzando un valor de 8.600 millones de dólares”. Ya hay clínicas en Turquía, Reino Unido y muchos otros países que ofrecen el procedimiento. China, mientras tanto, lo ha prohibido por considerarlo demasiado peligroso. Obvio, solo los hombres bajos, y yo soy uno de ellos (1,71), sabemos qué se siente al serlo en una sociedad que ama a los hombres altos, pero el trabajo es colectivo, como sociedad, de ampliar los cánones y reducir el bullying, no individual. No de agonía. No de autotorturarnos.

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