¿Se está legitimando cada vez más la infidelidad?

Sería mejor promover la comunicación honesta sobre las necesidades propias que las puñaladas por la espalda

Los datos sobre infidelidad suelen ser muy poco fiables. Y es que hay mucha gente que prefiere mantener sus engaños escondidos forever y se niega a reconocer sus traiciones incluso en encuestas anónimas. A veces por miedo. Otras por pudor. Pese a ello, algunas investigaciones hablan de que aproximadamente la mitad de la población ha sido infiel en un momento u otro de su vida. Y esto debería favorecer un debate social sobre la naturaleza de las relaciones románticas y las relaciones sexuales entre los seres humanos. Uno valiente en el que admitamos que la monogamia es un desafío que la mayoría de gente no es capaz de superar. Pero no: nos limitamos a afrontarlo desde el morbo.

Esto es lo que en cierto sentido denuncia la periodista Anabel Cuevas en su último reportaje: que la infidelidad se haya convertido en un producto de entretenimiento que atrae a millones de personas. Y hay muchos ejemplos. Sí, ese que te pasa por la cabeza es el más paradigmático: La isla de las tentaciones. Un reality show edificado básicamente sobre las traiciones amorosas. Sobre la pulsión de ser desleal a tu pareja. Sobre la posibilidad de abandonar los compromisos y caer en la tentación más carnal. Pero no es el único contenido de este tipo. Como dice Cuevas, creadores como Jorge Cyrus y su serie Exponiendo infieles acumulan millones de visualizaciones mostrando el paso a paso.

Y en principio no hay nada malo en esto. Es como ver películas violentas. Hay una clara división entre ficción y realidad y lxs espectadorxs la conocen. Lo que ocurre, según le cuentan varios expertas a la periodista, es que estos reality shows funcionan como una especie de terreno de observación e imitación del comportamiento ajeno. Porque en el fondo la pulsión de ser infiel está en casi todxs nosotrxs. En un momento u otro de la vida de la pareja. Es normal que tengas un interés profundo en ver cómo otras personas se desenvuelven ante esa misma tentación que late en tu interior. Pero es también la prueba de que no estamos yendo al origen del problema. Nunca lo hemos hecho de verdad.

¿Que cuál es? Pues que esa pulsión tan presente en buena parte de nosotrxs choque con el tipo de relación romántica que hemos convertido en cánon. Que creamos en el pacto tácito de la exclusividad sexual, pero nos cueste tantísimo el cumplir con ella. Que casi todas las parejas nazcan con los mismos límites predeterminados simplemente porque son la norma social. En realidad, que haya tanta infidelidad, que nos interese tanto, que se mediatice, es un síntoma de que nos falta mucho para comprender nuestras necesidades. Que debemos ser más valientes. Mejor una comunicación honesta sobre tus deseos que una infidelidad dolorosa. Mejor un necesito experimentar que una puñalada.

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