¿Podrías salir con alguien de una ideología opuesta a la tuya?
Se han hecho famosas muchas imágenes e historias de parejas de enamorados de bandos políticos diferentes y totalmente opuestos. Dos jóvenes apasionados, sin tener en cuenta las consecuencias que pueden pagar por sus sentimientos, se dejan ir por el romanticismo y se unen como si no hubiera un mañana. La trama de la historia ya os la sabéis de memoria, es parecida a la de Romeo y Julieta, o, si queréis algún ejemplo más actual, la de West Side Story. Se repite mucho en la ficción… y también en la realidad.
Según recoge la revista Muy Interesante, el sociólogo italiano Francesco Alberoni desarrolló en su ensayo Enamoramiento y amor la teoría que, teniendo en cuenta que el amor al principio suele ser algo muy pasional, suele ir acompañado de una sensación de revolución vital que, a veces, como en estos casos, puede conllevar también una transgresión social.
El hecho de que haya cualquier cosa que puede impedir o dificulte la relación entre las dos personas de la relación puede aumentar el romanticismo de la historia. Se le llama el síndrome de Romea y Julieta. Más de uno se puede haber sentido atraído por él. Vemos la pasión que sentimos o queremos sentir para intentar iniciar una nueva vida, desechar todo aquello que no nos gusta, romper nuestros propios muros y reglas sociales.
Pero ojo, Alberoni también recuerda que, obviamente, ese estado alterado es insostenible a largo plazo y la llama de la pasión se va apagando lentamente con el tiempo. Cuando se acaba la fase de enamoramiento es cuando normalmente la pareja se miran uno al otro de forma más objetiva y racional, y deciden si se convienen o es mejor dejarlo. Se ponen en juego objetivos vitales compartidos, maneras de entender el mundo y la vida. Y, al final, la balanza de costes y beneficios tiene que salir con un resultado positivo.
Es en este punto que las diferencias políticas pueden complicar la cosa y hacer olvidar el cuento romántico del principio. Según Alberoni, si las ideologías son contrarias, a la larga puede acarrear muchos costes y puede hacer mella porque puede provocar discusiones continuas. No solo discusiones sobre temas que les afectan en menor medida mientras miran el telediario, leen el periódico juntos, militan en partidos diferentes o el día de las elecciones, sino sobre cosas más importantes y cotidianas de la vida que les puede afectar más a su día a día.
Por otro lado, por supuesto, los beneficios de estar a las antípodas ideológicamente son muy pocos, por no decir ninguno.