Probé el ‘free bleeding’, la práctica de dejar que la regla fluya libremente

Este movimiento también conocido como ‘sangrado libre’, que consta de prescindir de los productos para la menstruación, es cada vez más común
Guillermina Torresi

Siento un líquido cayendo desde mi vagina hasta mis bragas. Es la regla, pienso. Mierda, ya me manché, vuelvo a pensar. Pero no, aún no es la regla, es un flujo espeso avisándome que pronto sí estaré dentro de ‘esos’ días del mes. Para mí y para otras millones de mujeres el procedimiento ante la menstruación es el mismo de siempre, al menos desde aquella primera vez sobre los 11 o 12 años quizás antes o después, dependiendo siempre de la persona. Acudimos al tampón, a la copa menstrual o a la compresa y ‘nos olvidamos’. Pero no todas las mujeres siguen esos pasos, otras practican el free bleeding o ‘sangrado libre’, una práctica que prescinde de todos los productos de higiene íntima y que consiste en usar solamente los músculos vaginales para retener la sangre y expulsarla posteriormente en un baño.

Ser consciente de la sangre

Tomo la decisión de llevar a cabo este procedimiento después de conocerlo, leerlo y saber de mujeres que lo practican y que tienen un sinfín de beneficios —sobre todo en el sexo— me pongo a averiguar, bastante por encima, de qué se trata. Aunque ahora va mucho más allá, al principio el free bleeding, entre otras cosas, surgió como un movimiento de reacción al síndrome de shock tóxico SST, una condición que puede tener un resultado fatal, incluida la muerte, y que se da cuando ciertas bacterias crecen en los tampones. Este síndrome fue el que hizo que le amputaran primero la pierna derecha y luego la izquierda a la modelo Lauren Wasser. Ahora, casi sin riesgos de que se repita, es una manera diferente de vivir la menstruación.

El movimiento siguió creciendo y dirigiéndose hacia esta nueva forma de tener la regla con el impulso de Kiran Gandhi en el año 2015. Esta baterista, artista y activista, conocida también como Madame Gandhi y por trabajar con músicos como M.I.A. o el dúo Thievery Corporation, participó en la maratón de Londres mientras tenía la regla y sin utilizar ningún producto que la absorbiera. Las imágenes de su pantalón de chándal manchado de sangre saltaron a todos los medios de comunicación y su voz, junto a su reivindicación de intentar crear conciencia sobre todas las personas que no tienen acceso a los productos de higiene íntima, la hicieron una reconocida representante del feminismo.

Así comienzo a ver que existe un entorno inmenso que vive y crece como apoyo alrededor del free bleeding. Comienzo a ver que es una forma de quitarle los estigmas a este proceso natural: de sangrar sin sentirse sucia, de dejar de esconder el tampón en el bolsillo al ir al baño y de conectar con el cuerpo. Empiezo a entender que, en definitiva, poner en práctica el sangrado libre es una manera de encender la conciencia y vivir la menstruación —la sangre— de una manera abierta y natural. 

No solo la denuncia al SST o la reivindicación de Kiran Gandhi se presentan como parte del movimiento del free bleeding. Existen más voces que defienden y apoyan una reconexión con nuestro cuerpo y una aceptación por el proceso natural de la regla: Rupi Kaur, escritora censurada en Instagram por colgar una foto parte de un proyecto en la que aparecía tumbada en una cama y con el pantalón y la cama manchados de sangre; Lara Castro, psicóloga, sexóloga, Rupi Kaur, escritora; Raquel Riba Rossy, Rupi Kaur, escritora, ilustradora que defiende la menstruación y la sangre y la representa en gran parte de sus viñetas o Rupi Kaur, escritora, escritora que ha dedicado su profesión a conocer la menstruación y a quitarle sus estigmas y tabúes. Ellas solo son una pequeña parte de este movimiento que es, en realidad, más grande de lo que pensamos.

Cuerpo cortado que se enlaza

Lara Castro no solo enseña y recomienda a las pacientes que trata que practiquen el free bleeding sino que en su vida personal también lo lleva a cabo: “Creo que siempre hay que vivir la experiencia uno mismo para luego poder enseñarlo y poder ser coherente, es un ejercicio de honestidad con la persona que tenemos delante”. La experta explica que no hay que imponerse la práctica del sangrado libre, que debe tratarse de un ejercicio en el que el objetivo debe ser el de conocer el cuerpo y el de conectar con él. En mi proceso personal saber de unos pasos previos hubiera sido mejor para el aprendizaje, al menos, podría haber salvado algunas prendas de ropa de que se mancharan de sangre.

Eso sí, en mi proceso personal, no tenía trabajadas todas las herramientas y las preparaciones que deben llevarse a cabo para hacer que mis músculos fueran lo suficientemente capaces de aguantar mi sangre hasta el momento de ir al baño a expulsarla. No era, ni de cerca, tan sencillo como parecía. Sin conocer los músculos concretos, sin haber conectado con mi interior y sin haber entrenado fue muy complicado averiguar el camino ideal para practicar el sangrado libre. Me encontré con algunos obstáculos como, por ejemplo, no poder caminar bien al tener todos los músculos que rodean la zona glúteos, muslos o barriga contraídos y es que el free bleeding no consiste en aguantarse la regla sino más bien en sentir el aviso, las señales que nos lanza el útero para que esos músculos vaginales se concentren y no permitan que la sangre salga para poder evacuarla posteriormente en un baño.

“Lo primero que recomiendo y que hacemos cuando empezamos este entrenamiento es empezar a conectar con el útero mediante visualizaciones o meditaciones. Es una forma de, desde vivir desconectada a pensar en el útero, en saber dónde está y en querer escuchar qué dice. Todo ese proceso es muy importante, no se puede ir directamente a aguantar la menstruación. Hay que empezar a escucharlo y combinar esta reconexión con los ejercicios para tonificar toda la musculatura de la pelvis para conseguir ese movimiento y poder controlar y gestionar cuándo tenemos que contraer para contener la sangre”, puntualiza Castro.

La gran mayoría de mujeres estamos cortadas por la mitad y, desde pequeñas, hemos ido olvidando esa conexión con nuestro interior, con el útero y no estamos atentas a él. Este es el resultado de una cultura que modela y que ha reprimido la sexualidad de las mujeres y que ha puesto la sangre de la menstruación dentro de los armarios, encerrada y escondida, como si se tratara de algo sucio y feo. Tenemos que vincularnos y abrir las posibilidades. No consiste en abandonar de un día para el otro los productos de higiene íntima sino de una manera más de percibir nuestros genitales, nuestra vagina y nuestra sexualidad. Recorrer el camino corporal nos hará disfrutar del sexo, haciendo que seamos una parte activa de él. Hay que animarse a dar el salto, a mirarnos en profundidad, a tocarnos y a dejar que el cuerpo nos hable.

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