Tengo derecho a no hacer nada

He escrito en verso todo lo que siento cada vez que miro el móvil y veo todas vuestras recomendaciones para rellenar el tiempo
Alejandra Martínez de Miguel

El lado poético del coronavirus

no existe.

No estoy siendo productiva

no escribo

apenas leo

no quiero hacer más videollamadas

quiero encerrarme en la cama

con la libertad de quien se aísla sabiendo que al amanecer

                                                   puede cambiar de opinión,

salir a la calle,

correr en los parques,

y besar las manos de su abuela 

no os aguanto en esta cuarentena.

No quiero ser productiva

ni aprovechar para crear.

Desde aquí reivindico mi derecho a la tristeza

al confinamiento desesperanzado

al llanto por el llanto

a la empatía con el enfermo

a la desolación de mis extremidades.

Quiero llorar en Madrid y que nadie me salve

que nadie me explique por qué me duele la cabeza

ni cómo he de lavarme las manos

elegir el mutismo 

como mi cuerpo elige la falta de apetito,

las pesadillas

y el miedo.

Cómo estáis

 

quiero reventarle la cabeza a quien me dice que aproveche

que aproveche qué me pregunto

pero callo

y aprovecho.

El hogar 

la palabra hogar

el concepto hogar

puede que para ti sea solo una casa

una casa sin ventanas

aislada y vacía

mi hogar

tal y como yo lo pronuncio no es el mismo 

de quien ahora oye

la palabra hogar.

Cómo estás

 

¿tienes vistas al mar?

exijo el silencio de quien señala 

ordena y apremia que nos relajemos

19:57 

paro de escribir

es mi momento favorito del día

apago y enciendo la luz de mi terraza queriendo llegar lejos

más lejos

enviar un mensaje cifrado

cruzando el río

comunicándome con el otro 

suenan cacerolas, aplausos

gritos de niños

no quiero que acabe 

enciendo y apago la luz

aplaudo

berreo

termina

y me quedo

fría, sola y más humana que nunca.

Vuelvo

estoy siendo demasiado productiva por hoy

¡no quiero!

Me acuerdo del imbécil que dice que aprovechemos

llevo el pan a mi abuelos y los saludo de lejos

tan lejos

que ni los huelo.

¿Tienes miedo a morir?

En mi casa hay mucha luz natural

entra el sol en mi habitación

se posa en mi cara

me siento afortunada por tener unos padres que tuvieran un dinero que pudiera pagar esta casa este alimento esta luz el agua los libros el internet las comodidades este ordenador desde el que ahora escribo.

La enfermedad afecta diferente según tu clase social

aprovecho —como me han instado— para recordarlo.

Me siento agradecida

y en deuda

con todas las personas que nos mantienen vivas

no me da la gana ser productiva

pero son las 8:20 de la mañana y escribo

milito frente a la pantalla

me obligo a la imaginación y pienso:

quién me paga esto a mí

quién me asegura un hogar como este

lo siento

por la queja, el llanto,

y la ausencia de flores

hacía años que no estaba tanto tiempo aquí

y mis demonios no saben qué hacer

pues el daño ya está hecho.

Os pienso desde esta terraza

desde esta luz

y este hogar

os grito cada tarde

intento manteneros a salvo

por eso aprovecho y me obligo

a ser productiva

la poesía brota de mí

como la clase trabajadora madruga,

para salvarnos.

 

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