Ellas sienten más dolor, pero ellos se quejan más

Lo primero tiene explicación. Lo segundo de momento no
Un estudio explica por qué las mujeres sienten más dolor que los hombres

El dolor es una sensación subjetiva que depende de infinidad de factores biológicos y psicológicos. Por eso nunca puedes entender del todo el dolor que pueda estar sintiendo la persona que hay a tu lado: quizás tú experimentaste uno muy similar, pero jamás tendrás la certeza de que sea exactamente igual en tipología e intensidad. En este sentido, el sexo, una condición que influye significativamente en esos factores tanto biológicos como psicológicos, pues no somos en absoluto iguales, condiciona bastante la percepción de dolor. Sí, el titular es correcto: ellas se muestran más sensibles al mismo que los hombres. Su umbral es más bajo. Lo pasan peor. Y sin embargo se quejan mucho menos.

Son las conclusiones a las que ha llegado la comunidad científica en repetidas ocasiones a través de experimentos con dolor. Ellas y ellos han sido sometidxs a presión, a frío extremo, a calor extremo y a muchos otros desencadenantes del dolor diferentes. Y el resultado parecer ser el mismo una y otra vez: en palabras de las investigadoras psicológicas Elena Rocío Serrano-Ibáñez y Rocío de la Vega de Carranza, ambas de la Universidad de Málaga, “el hecho de sufrir dolor tiene un impacto mayor en ellos que en ellas”. No es una percepción generalizada sin base científica. No es un cliché. Ellos montan más jaleo por una gripe o un dolor de muelas de lo que lo hacen ellas. Es así.

¿Pero dónde nace esa diferencia?

“La ciencia no tiene una respuesta clara. Ciertos estudios encuentran efectivamente disparidades en la respuesta hormonal o cerebral a los estímulos dolorosos, pero los resultados entre las investigaciones difieren. De hecho, algunos de estos trabajos no encuentran diferencias entre hombres y mujeres”, explican ambas especialistas. Y esto lleva a lxs expertxs en la materia a pensar que quizás no sea una cuestión de sexo: quizás sea una cuestión de género. Al fin y al cabo, y a estas alturas de deconstrucción social, ya sabemos que los estereotipos y expectativas de género pueden influir decisivamente en cuestiones muy profundas del cerebro.

“Tradicionalmente, la masculinidad está asociada con ser un hombre, con la valentía y la dureza, mientras que la feminidad se vincula a la sensibilidad y la sociabilidad”. ¿Y si ellos tuvieran el umbral del dolor más alto simplemente porque la sociedad les ha educado desde muy temprano para que así sea? ¿Y si el mensaje de sois más débiles ha calado lo suficiente en las mujeres como para hacerlas más susceptibles al dolor? Podría ser. Pero esto deja una pregunta en el aire: ¿por qué a pesar de estos prejuicios ellos se quejan más? ¿No debería ser justo al revés? ¿Que callaran su dolor todo lo posible para sentirse más machos? Esperemos que futuros estudios traigan la respuesta.

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