Leticia Sabater se ha convertido en un icono transgeneracional
Parte del rechazo de la generación millennial hacia Leticia Sabater se entiende desde la nostalgia: la por aquel entonces presentadora de televisión se dio a conocer con programas infantiles como Desayuna con alegría, A mediodía, alegría, Vivan los compis o Lo que hay que tener. Y que una de tus referentes de la infancia empiece a sacar temas de música de dudosa calidad haciendo metáforas sexuales muy poco elaboradas, como La salchipapa o Trínchame el pavo, puede ser difícil de digerir. Sí, durante un tiempo, Leticia se convirtió en uno de los personajes freaks por excelencia de nuestro país, pero, como cuenta el periodista John Tones, la cosa está cambiando.
Porque Leticia Sabater está lejos de ser una moda pasajera. O de acaparar únicamente miradas burlonas. En realidad, la catalana tiene unos números que ya quisieran muchxs: millones de seguidores en Instagram, “un caché de 2.500 euros por un set de seis canciones” y una calendario de conciertos sin vacíos. Y, lo más importante de todo, muchísimo amor y cariño de su público. “Una reina”. “La mejor de las mejores”. “Eres una trabajadora innata. Estoy muy contento de ver lo bien que te va el momento que estás pasando”. Y es que sí: a Leticia le están yendo muy bien las cosas últimamente. Es un fenómeno que muy poca gente habría vaticinado unos años atrás.
Pero lo más curioso de todo esto es que son precisamente los más jóvenes quienes más están abrazando a la artista. Tal como cuenta Tones, que ha investigado este tema a fondo, “la generación Z valora un contenido que es auténticamente extravagante, no simulado, y que huye de las poses cool que gastaban los millennials y generaciones anteriores”. Sin la búsqueda del perfeccionismo. Sin el tomarse a unx mismx demasiado en serio. Sin buscar la trascendencia personal y artística en absolutamente todo. No. Leticia está enamorando a la gen Z e incluso a parte de la generación alfa porque es transparente con sus limitaciones. Porque vive sin complejos.
De hecho, Leticia ha sabido hacer algo importantísimo en estos tiempos que muchos otros personajes populares, serios y no tan serios, no han sabido hacer: subirse a la ola de sus propios meses. En palabras de Tones, “la capacidad de ganarse a ese público viene, sin duda, de abrazar su categoría de vehículo camp y kitsch que trasciende generaciones, convirtiéndose por ejemplo en un meme con su participación en el musical Frozen en un circo”. Donde antes veíamos un descenso a los abismos, una renuncia a la dignidad y una gran falta de gusto, hoy vemos un tampoco me voy a agobiar mucho por lo que digan los demás. Y eso hay que reivindicarlo.