Brays Efe: 'La felicidad está en las cosas banales del día a día que al final son extraordinarias'

Las cosas extraordinarias, obra de teatro que el actor protagonizó en Madrid, se publica en España, en una edición donde él firma el prólogo y explica cómo le afectó la historia
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“Que alguien se lea de verdad los libros que les dejas”, “bailar en público sin ningún miedo”, “el canto de un pájaro” o “mirar a alguien mientras ve tu película favorita”. Pequeños placeres de la vida, cosas superfluas, poco importantes y que pasan muy desapercibidas. A penas le damos importancia cuando suceden, pero no debería ser así, porque estas pequeñas cosas que forman el día a día son las que hacen que nuestra vida sea algo extraordinariamente bonito.

Esta es la premisa de Las cosas extraordinarias, una obra de teatro de Duncan Macmillan que cuenta la historia de un niño cuya madre, que tiene problemas de salud mental, intenta suicidarse. Su padre le explica que a su madre “no le gusta la vida”, y para hacer que vuelva a reenamorarse de vivir, el personaje, que es todavía muy pequeño e inocente y no acaba de entender bien qué sucede, le hace una lista de cosas banales y cotidianas pero preciosas para recordarle a la madre lo bonito que es vivir y lo mucho que se perdería si muriese.

La lista, que incluye todas estas cosas, se alarga durante toda la vida del protagonista, y llega hasta un millón de motivos aparentemente superfluos que hacen la vida digna de ser vivida. La lista, por supuesto, empieza para impedir que su madre se suicide, pero al final acaba convirtiéndose en su propia herramienta para superar sus problemas y recordarse por qué sigue vivo. “Al principio le sirve para lidiar con los problemas de su madre, pero al final le servirá para acabar lidiando con los suyos propios”, explica Brays Efe, que protagonizó la obra y que trae el prólogo la obra, editado por Temas de hoy en España.

"Todos hemos tenido contacto con la depresión y la ansiedad"

“El texto habla de salud mental y todos hemos tenido contactos en primera o segunda persona con la ansiedad o la depresión. La obra habla de eso. De cómo vivimos rodeados de emociones con las que nos tenemos que enfrentar y de las que no se puede hablar, porque parece que da vergüenza decir que uno está triste, se encuentra mal o le cuesta algo muy simple porque tiene ansiedad”, añade el actor. Estos son los ejes centrales del libro, unos temas muy duros, pero que en la obra se explican de forma muy tierna e, incluso, con humor. “Es el tono de la vida”, continúa, “no ahonda demasiado en la tristeza, pero no la ignora. Mantiene el equilibrio que tiene la vida, en la que las cosas buenas y las cosas malas se entremezclan”.

En cuanto le propusieron el papel y dio un repaso al guion, se sintió muy conectado con el protagonista y su dolor. Sin embargo, el tono feliz de la obra, “la inteligencia y sutileza con la que cuenta estos momentos de derrumbe emocional”, le pareció como una especie de forma de abrazar sus heridas y curar las de los demás. “Hay muchos recuerdos de adolescencia e infancia que duelen, pero para sobrevivir y tirar adelante los he ido tapando. [Con la obra] me di cuenta de que podía usarlos para algo bonito”.

Al fin y al cabo, como explica, todos hemos sufrido este dolor. Muchas veces hemos llegado a pensar que la vida no merece la pena vivirla, y que el sufrimiento no compensa las cosas buenas. Pero ahí es donde entra la moraleja de esta obra. Todos tenemos que hacer una lista de cosas extraordinarias para no olvidarnos, en los momentos más oscuros, de que se puede salir de ahí. “Meterte en el mar cuando el agua está muy fría”, “bailar en una discoteca”, “ir al cine”, “tomarte una Coca-Cola con amigos”, dice Brays, pensando en algunos de los ítems que pondría en su lista propia, muy necesaria en los tiempos que corren.

“El libro celebraba cosas que podrías hacer todos los días, y ahora no, claro. Todas las cosas de mi lista son pura nostalgia, cosas que echo de menos, así que toca buscar nuevas cosas extraordinarias [tras el covid-19]”, añade, encerrado en su casa, a través de una videollamada. “Hay cosas que he descubierto encerrado. Por ejemplo, las esculturas que hacen con plantas, he visto La gran batalla floral de Netflix y me parece súper guay, me ha emocionado. Y sé que no es para nada meaningful, pero, al fin y al cabo, la lista es de eso, cosas banales del día a día que son extraordinarias: y las esculturas de jardín… ¡pues también pueden serlo!”.

"Es una obra de darte cuenta de que necesitas ayuda"

Las cosas extraordinarias “es una experiencia grupal”, añade, refiriéndose a todas las partes de improvisación que aparecen en el monólogo: el público tiene que participar representando diversos conocidos del personaje, desde su psicóloga hasta su pareja o su padre. “He llegado a llorar, y hay personas que se han abierto muchísimo. Cada función es una experiencia colectiva y única solo compartida por los presentes”.

Y aunque todo esto pueda sonar a típico libro de autoayuda, “no lo es, es una obra de darse cuenta de que todos necesitamos ayuda, que todos tenemos malos momentos. El libro habla de estos temas que no se pueden hablar, pero lo hace de una forma muy especial. Te hace sentir menos solo y que está bien sentirse así, que no tiene que ser un secreto, que hay más gente que hay días que no pueden levantarse de la cama. Hay gente que se siente identificada con ello, a otros les sirve para entender mejor a alguien cercano. Es un libro de ficción que trata temas que se hablan muy poco y muy mal”, concluye.

Ha protagonizado la obra 108 veces en Madrid, y en teoría hubiera habido más representaciones si no fuera por la pandemia. “Aunque esperamos hacerlas muy pronto”. Mientras tanto, Brays tiene el ojo puesto en su próximo estreno de Netflix: Orígenes Secretos, que va del hijo de un inspector de policía que tiene una tienda de comics y tiene que ayudar a su padre porque, por fin, podrá usar sus “conocimientos inútiles” como los cataloga su padre cuando un asesino en serie empieza a matar imitando los orígenes de los superhéroes. “Por cierto, el padre es Antonio Resines: ¡logro millennial desbloqueado!”, añade, riendo.

Y no podríamos acabar la entrevista sin hacer la pregunta obligatoria: ¿qué haría Paquita Salas en medio de la pandemia? “Pues no saldría mucho, estaría confinada, tratando de trabajar, tratando de buscar la oportunidad del momento”. De hecho, ella es, además, impulsora del teletrabajo y de las videollamadas con el pantalón del pijama puesto. “Salir a la calle le daría miedo, seguramente. Se quedaría en casa de bajón. Y obviamente, Magüi estaría apoyándola, pero es muy hipocondríaca, así que no saldría de casa sin guantes y chubasqueros de plástico. Probablemente estarían muy confundidas, un poco más que la mayoría”.

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