El Kakebo es el método japonés de ahorro que podría salvarte de la ruina en 2020

El ‘kakebo’ o ‘libro de contabilidad del hogar’ fue ideado en 1904 por Hani Motoko, la primera periodista de Japón

Aunque te hayas propuesto ahorrar este 2020 sabes perfectamente que es un propósito casi imposible de cumplir. Entre el alquiler, el gasto en transporte, un poquito de ocio y comer y vestirse decentemente, tu cuenta bancaria reza cada mes para llegar a fin de mes en positivo. Pero como dirían en Japón, cumplir con tu ikigai tu propósito o misión personal es solo una cuestión de voluntad y organización, sobre todo cuando hablamos de gastar el dinero. 

Así lo descubrió la periodista de la CNBC, Sarah Harvey, que tras mudarse a Tokio y residir allí durante medio año descubrió un viejo libro con la palabra ‘Kakebo’ en su portada. Este interesante método ideado en 1904 por Hani Motoko, la primera periodista del país nipón, podría traducirse como el ‘libro de contabilidad del hogar’ y describe la mejor manera de administrar tus ingresos y gastos sin tener que recurrir a hojas de cálculo ni historias complejas. 

El método del Kakebo resulta tan exitoso porque, a pesar de tener 116 años de antigüedad, te permite situar rápidamente el área en la que estás gastando de más y compensar para conseguir tu objetivo financiero: ahorrar. Básicamente se comienza fijando la cantidad de ingresos mensuales y se le restan los gastos fijos que seguro vas a realizar en los primeros días del mes, es decir, alquiler, facturas de la luz, agua, etc…, gimnasio, Netflix, etc. Una vez restes todos estos gastos tendrás una cantidad sometida a los gastos variables y te propondrás un objetivo de ahorro.

Ahora es cuando ocurre la magia. La clave para controlar el gasto y hacer aparecer el ahorro en tu vida pasa por dividir tus gastos variables en cuatro categorías: básicos comida y productos de higiene, educación gastos universidad, libros, etc, diversión lo que te gastes en salir y viajar y otros un cajón de sastre que incluye desde gastos inesperados a regalos, multas, etc.. Lo realmente importante es anotar a diario todos los gastos que generen estas cuatro categorías y vigilar que ninguna de ellas exceda una cantidad fija.

Al llegar el final del mes deberías analizar cuál de estas cuatro categorías se ha excedido o llevado más parte de tus ingresos e intentar ajustarla para que te permita lograr esa cantidad exacta que andas buscando para permitirte ahorrar. Como al final todo en esta vida se entiende mejor con ejemplos, ahí va uno basado en la promesa del nuevo Gobierno de subir el salario mínimo a 1.200 euros a lo largo de la legislatura:

1. Anota tus ingresos totales: 1.200 euros

2. Réstale tus gastos fijos: 1.200 - 700 alquiler habitación, móvil, Netflix, gimnasio = 500 euros

3. Fija una cantidad de ahorro: 150 euros no es mucho pero anualmente son 1.800 que te pagan unas vacaciones

4. Divide los restantes 350 euros entre tus cuatro tipos de gastos variables básicos, educación, diversión y otros. Pongamos una escala de 150, 50, 150 y 50.

5. Apunta cada día el gasto y vigila no excederte.

6. Si al finalizar el mes tus gastos variables han superado los 350 euros de tu objetivo, pongamos que te has ido a los 375 euros, tu capacidad de ahorro habrá sido de 125 euros.

7. Ahora ya sabes que tu objetivo debería centrarse en esos 25 euros tontos que te gastaste en algo que no necesitas de Amazon o en un cubata que te podrías haber ahorrado.

Pero quizá lo realmente más interesante es que junto al simple cálculo de gastos, el Kakebo te invita a preguntarte sobre cómo te has sentido al gastar en una o en otra área y, con ello, visualizar cuáles son esos gastos que han surgido de una falsa necesidad y los que, aunque hayan impactado en tu economía, te hayan ayudado a mejorar tu estado de ánimo ese mes.

Quizá ver crecer el área de ‘otros’ signifique que necesites un poco más de control o, por el contrario, ver que tu parte de ‘diversión’ genera superhábit podrían ser una clara indicación de que necesitas ser más social. Al final, la sabiduría del Kakebo es que no hay nada como analizar nuestros gastos para descubrir nuestros deseos y, sobre todo, nuestras carencias.