El asco que damos en el cuarto de baño cuando nadie nos mira

Hacer cositas como cagar o mear en la ducha es mucho más habitual de que seguramente habías imaginado

Si crees que las conversaciones sobre caca son habituales entre amigos, lo habrás escuchado casi todo. Desde olores, formas y texturas que no habías imaginado. Pasando por esa anécdota sobre lo terrible que fue defecar en el baño de un concierto que, mínimo, 100 personas habían utilizado sin que nadie pudiese limpiarlo. O hasta hazañas que hablan de aparatosos lugares donde cagar cuando el apretón llega sin avisar: la ventanilla de un coche en marcha o el baño de casa los padres de tu pareja cuando tu suegra decide, justamente, que utilizará el inodoro después de ti. Pero hay historias de caca, de esas bien oscuras, que muchos prefieren archivar en los capítulos más vergonzosos de su intimidad, como cagar en la ducha.

Así lo demuestra una encuesta que la compañía de aseos QS Supplies realizó a 1.000 personas del Reino Unido y Estados Unidos, según explicó el medio británico LAD Bible al diario El Confidencial. Las cifras son alarmantes: nada más y nada menos que el 3% de los encuestados admitió defecar en la ducha. Dicho de otro modo, a 1 de cada 30 no le importó rociarse los pies en una mezcla de heces y agua o que otra persona se duchara después de eso. Las estadísticas revelan el asco que podemos dar en el baño, y lo peor es que no terminan aquí.

Si hablamos de orinar, un 30% de los participantes — un 56% de las mujeres y un 68% de los hombres — convirtieron la bañera en su meadero habitual, como si quisieran ahorrar agua a toda costa o, simplemente, dejar que el pipí salga con la misma fluidez que el chorro del grifo. En cuanto a la masturbación, los datos no son tan impresionantes. Pero saber que 1 de cada 20 —un 51% de hombres y un 28% de mujeres — utilizaban las duchas como espacios de placer individual, podría provocar que no volvamos a mirarlas con los mismos ojos. Sería un poco imposible que no nos martillearan preguntas como: “¿Alguien se ha masturbado aquí con la ‘La noche de anoche’ de Rosalía y Bad Bunny? ¿O soy la primera que voy a cantarla sin meterme un dedo?”.

Si crees que has tenido suficiente, sigue agarrándote. En el baño también hay espacio para otros fluidos de los que, en público, no nos deshacemos de cualquier forma: mocos y escupitajos. El 25% de los encuestados dijo que se sonaba los mocos mientras el agua le caía por encima y un 20% que escupía. Otro dato que indica que, para muchos, en este espacio todo vale, del mismo modo que, para unos pocos, también vale no utilizarlo para lo que está pensado: lavarse. Mientras el 65% aseguró ducharse entre cuatro y siete veces por semana, el 1% dijo que no lo hacía nunca. Sí, es solo el 1%. Pero cuando hablamos de un hábito imprescindible para vivir en sociedad, un 1% puede tener fuertes repercusiones: ¿Se habrán dado cuenta en su trabajo? ¿Sus amigos no le han hecho una intervención? O, ¿de verdad que sus parejas no lo notan?

No hay una respuesta única a preguntas de este tipo, pero lo que tuvo claro QS Supplies en el estudio es que nuestros hábitos en el baño hablan de nosotros: “Aunque son decisiones puramente lógicas para mantenernos limpios, pueden revelar secretos sobre quiénes somos, qué nos importa o cómo son nuestras relaciones". Dicho esto, mejor compórtate en los aseos como si estos tuviesen vida propia y pudiesen soltarlo todo en cualquier momento. No te dejes mal a ti mismx.