5 lecciones de feminismo que nos dejó American Pie

Si ves la peli 20 años después de su lanzamiento, seguramente te sorprenderás diciendo "¡toma!" porque las chicas lo tienen mucho más claro que los chicos

Tenía 13 años la primera y única vez que vi American PieHasta este sábado, cuando estaba haciendo zapping y la vi aparecer en HBO. Aquel día, recuerdo haber salido del cine como más excitante de lo normal, recuerdo haberme reído mucho de escenas que en realidad todavía no estaban 100% en mis planes. American Pie se convirtió en una fábrica de chistes para toda una generación, hasta que pasó el tiempo y lo guay era que no te gustaran esas películas burdas de adolescentes cachondos. 

Así que empecé a borrarla de mi imaginario y acabó convertida en unos poco recuerdos: un chaval follándose una tarta de manzana el momento es una de las escenas más icónicas de la historia del cine, nos guste o no, otra que solo habla de su flauta hasta que acaba confesando que se la ha metido por el coño y un grupo de niños-orangután que gritan "MILF, MILF, MILF", mientras babosean alrededor de la foto de la madre de uno de sus amigos.

En American Pie, los chicos son bastante pringados. Están en la típica edad en que las madres tienen que recordarte para que no pierdas la fe en tu especie que las chicas maduran antes. Todo empieza cuando uno de ellos, al final de una fiesta a pocas semanas de terminar el último año de colegio, empieza a decir que se ha desvirgado. Los otros cinco no pueden con la envidia, así que su único propósito es asegurarse el tiro en el baile de fin de curso. Como sea. Ellas, mientras tanto, tienen un universo más complejo y, sobre todo, más digno. Las chicas, aunque también son unas novatas, están bastante más en paz con su sexualidad.

Aunque a ojos de 2020 todavía pediríamos a los personajes mucho más, para ser una película de 1999 que pensada para un público masivo de adolescentes, podríamos decir que American Pie fue un guiño feminista. Si vuelves a verla, te sorprenderás más de una vez diciendo "¡toma!". Las chicas son las ganadoras de la peli. 

Estoy cachonda, me masturbo

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Tal vez en 1999, Jim se creyó que le iban a dar un Nobel por tener la idea de poner una webcam en su cuarto mientras Nadia se cambiaba de ropa. Por suerte, le sale mal y 20 años después este tipo de acoso está tipificado como delito en un montón de países. Pero lo mejor de esa escena es la diferencia que hay entre cómo cada uno de los personajes entiende su cuerpo. Él está empezando a descubrir su sexualidad, ya ha metido el pene en la tarta, pero no sabe ni masturbarse y su padre intenta adentrarlo en la educación sexual hablándole con metáforas ridículas y regalándole revistas eróticas. Ella, desnuda en la habitación de él, se pone cachonda al ver las revistas y empieza a masturbarse. Se nota que lo ha hecho antes y que conoce su cuerpo.

O le das amor, o le das un orgasmo

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Jessica está por encima de todo el resto de personajes. Es una chica que sabe de sexo y de relaciones más que el resto y tiene una especie de consultorio como el de Sex Education, aunque más informal. Kevin, que está persiguiendo a Victoria para llevársela a la cama el día del baile, no sabe cómo conquistarla, así que acude a Jessica para que le dé una pista: o la L de love o la O de orgasmo. Como no se atreve a decir las fatídicas dos palabras "te" y "quiero", el chaval se pone las pilas y se va a buscar el Libro del Amor, una especie de manual del deseo escondido al fondo de una estantería de la biblioteca del colegio. Allí descubre que el sexo oral puede ayudarlo. Ella descubre el orgasmo. Vale, es simplificar pero muchos habrán descubierto que para follar se necesita ser dos.

De mí no te rías

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No podemos hablar de una peli de instituto sin una pareja de rubitos enamoraditos. En su busca de la chica para el baile, Oz entra en el coro del colegio, donde para resumir están las empollonas "no descubiertas" por los tíos que se creen populares. Entre ellas, Heather interpretada por Mena Suvari, que el mismo año ya había interpretado a la Lolita de American Beauty. Él empieza a adaptar sus gustos a la vida de ella, hasta que Heather se da cuenta de que es todo teatro. Para volver a recuperarla, tiene que hacerlo de forma sincera. Una pequeña dosis de toxicidad, la justa para concluir que no todo el mundo tiene los mismos ritmos. 

No cuentes conmigo para desayunar

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La friki de la banda es Michelle, la mujer de la que todo el mundo huye hasta que a Jim se le caen todos los planes y no tiene más remedio que ir con ella al baile. Cuando se despierta, tal vez han tenido sexo, pero ella ya se ha ido a hacer sus cosas. Él, arrepentido de sus prejuicios, se queda bastante chafado: "me ha utilizado", dice. Una pequeña justicia divina

Soy MILF y me encanta

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La fiesta de fin de curso se celebra en la casa de Stifler. Su madre, soltera, está en la habitación del billar tomando whisky cuando Finch, el chaval que no ha conseguido pareja, entra para esconderse. Los dos marginados se encuentran en un mundo mucho más rico que el de todos los demás.