Llorar hasta las tres de la mañana, la sensación de vacío al levantarse y las mariposas muertas porque ya no respiran en la boca de tu estómago. Estas son algunas de las sensaciones a las que nos enfrentamos cuando el duro golpe de una pérdida nos sabotea cualquier vértice del corazón.
Tristeza. Amor. Ternura. Lágrimas. Mirar hacia atrás y pensar: "cualquier momento bonito fue un momento mejor". Lo cierto es que cuando uno se expone a la trágica melancolía de lo que pudo ser pero ya no es, sobreponerse del estado de ausencia de uno mismo -y del otro- se convierte en algo similar a un laberinto lleno de conmovedora nostalgia.
Y es que, en realidad, el desamor puede encontrarse en cualquier parte: en el viejo bar donde una vez hubo un primer beso, en el portal de un edificio antiguo donde un abrazo luchó contra todos los miedos, o en cualquier calle donde una pregunta que no se hizo quedó viajando a través de mínimas partículas que se fueron con el aire.
Son las cosas que quisimos decir y no dijimos. Las historias que querríamos haber vivido pero que se enterraron en lugar de nadie esperando que algún héroe del amor descosiera almas y labios para lanzarlas al viento. Dejar ir, dejar fluir, no callar. Gritar 'te quiero', y decir 'por favor, no-te-va-yas".
Hace unos meses que la joven fotógrafa Peyton Fulford, guiada tal vez por otros proyectos de similares características como el conocido Peyton Fulford de Klaudija Visockite, decidió transformar el sentimiento no visible de Internet para darle luz en el mundo real, el mundo que también duele.
Y así fue como los corazones rotos encontraron su lugar en el proyecto 'Abandoned Love'. A través de una cuidadosa y mimada selección de edificios prácticamente abandonados y en ruinas de la ciudad de Georgia, Fulford compartió todos aquellos mensajes que la generación Tumblr/Flickr/Instagram le había hecho llegar a través de sus redes sociales, especialmente Tumblr.
El lugar de las almas vacías. Lienzos en blanco a la espera de las más tristes y conmovedoras historias. Pero de golpe, casi sin saber cómo, algo de color. Tonos pastel asomando entre la fotografía. Llenos de vida, como aquel tiempo donde hubo una esperanza mejor.
Tras las grietas de las paredes arrugadas y el cemento frío de los destruidos edificios, se lee entre líneas algo que Fulford ha querido transmitir: los edificios abandonados, en contraposición con los colores, ayudan a crear ese aspecto visual que representa la angustia y el abandono.
Y aunque el amor es algo loco, desafiante y bello, también lo es a partes iguales despiadado y amargo. Y aunque cada uno tenga sus normas y principios en el arte de quererse bien, tropezamos y tropezamos -y joder, tropezamos- y contra eso nada puede curarnos. Pero nos sentimos humanos porque nos pellizcamos y el dolor nos hace sentir reales.
"Creí que sería interesante hacer foco en los sentimientos que se comparten de puertas para adentro", dice Fulford. ¿Y acaso hay algo más hermoso que un corazón tratando de recomponerse? Eso sí que es una belleza admirable.
A veces, un corazón roto también puede ser un corazón bonito.