Viñetas de Mafalda que podrían haberse dibujado hoy

El legendario cómic de Quino marcó a nuestros padres y sigue teniendo mucho que decirnos
Quino

Mafalda es una niña argentina que odia la sopa y adora a los Beatles. Nació en el 1964, pero sigue teniendo seis años y toda la razón del mundo. Este personaje de cómic tan idealista como mordaz enfrentó a muchos adultos con su incoherencia y con las absurdidades de la sociedad. Su creador, Quino Mendoza, 1934, la perfiló por primera vez para una campaña de electrodomésticos que nunca se publicó y, al rescatar las viñetas ,no se esperaba el profundo impacto que tendría en su generación y en las siguientes. Hace 45 años que creó la última tira de Mafalda, pero ninguna de ellas ha caducado.

A “ese movimiento por la liberación de la mujer” todavía le quedan algunos baches por delante.

El de muchos partidos, todos los oportunistas y algunos tertulianos de barra de bar.

A la amiga de Mafalda, Susanita, le sorprendería saber la presión social que sigue habiendo para que las mujeres fabriquen repuestos y, además, los cuiden mayoritariamente ellas.

Que se lo pregunten al 70% de españolas que cuando vuelven del trabajo cargan con la mayoría de las tareas del hogar.

Nada que no sea aprovecharse de los fondos públicos y castigar al que se queje.

Todos hemos oído “yo no creo en los políticos” al menos diez veces en el último mes.

Tu sensación antes y después de las elecciones.

El primer día de clase de todos los estudiantes de Ciencias Políticas. También el último día de clase de todos los estudiantes de Ciencias Políticas.

Ley mordaza, raperos y tuiteros en la cárcel, pero a muchos no se le acaba la pintura.

Por supuesto que es normal hipotecar nuestros días por tres semanas libres al año.

Quietecitos todos, que el Estado la tiene más grande la porra.

Hay mucha gente que sabe ser “correcta”, y demasiado poca que sepa convivir.

Transmitir buen rollo por defecto no está bien visto, más allá del postureo Instagramer. Es más práctico ser un hater y criticar al vecino.

A Mafalda le gustaba menos la sopa que a Marx los oligarcas.

Ni sopa ni jerarquías rígidas y patriarcado, gracias.

De la carne y del existencialismo pocos escapan.

El opio de las masas sigue siendo el que es y moviendo millones.

Miguelito ya sabía que para ser feliz no hay que intentar caerle bien a todo el mundo.

Incluso al papa cool que hay ahora compatriota tuyo, Mafalda cuando llama a la paz, le salta el buzón.

Que a cada cual la mueve algo distinto es indudable.

La diferencia entre entretenerse y enmohecer el pensamiento sigue siendo difusa.

Podemos confirmarte, Mafalda, que a algunos hippies de los 60 se les ha olvidado cómo era el mundo que pedían.

Pero, pese a su pesimismo y escepticismo, Mafalda sabía que siempre hay que dejar un hueco para la ternura y la felicidad.


Quino, de padres españoles, dibujó en una época de liberación sexual, de guerras sangrientas y sin sentido, y de regímenes autoritarios conviviendo con el estallido de la cultura de masas. Ha llovido desde entonces, pero el jardín de panorama mundial que tenemos montado solo le añade valor a sus reflexiones. Si la censura franquista obligó a los editores en España a poner "Para adultos" en las portadas de Mafalda, algunas hoy creemos que ningún niño debería dejar de serlo sin haberla leído al menos una vez.

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