Estos son los efectos de la contaminación lumínica en tu salud
Ninguno de nosotros hemos vivido las desgracias que vivieron nuestros antepasados antes de que Humphry Davy, Alessandro Volta, Michael Faraday, Joseph Wilson y especialmente Thomas Edison contribuyeran a esa invención tan determinante que fue la bombilla eléctrica. Los caminos completamente oscuros, las calles de las ciudades sin una gota de luz y, en definitiva, todos los peligros asociados a las sombras son para nosotros bastante inusuales. Es una bendición que nuestras urbes estén tan colmadas de luminosidad, aunque, como cuentan en el medio Futurism, la contaminación lumínica también tiene consecuencias negativas en nuestra salud.
¿Recuerdas aquel artículo donde explicábamos que las personas que no respetan su ritmo circadiano natural tienen más probabilidades de padecer depresión? Pues los efectos de esta travesura van mucho más allá: las enfermedades cardiovasculares, el insomnio y el cáncer también aparecen con más frecuencia en quienes se dedican a desoír sus relojes biológicos internos. El problema es que en ocasiones no es culpa nuestra: la luz artificial de las ciudades puede desbaratar este reloj y volverlo loco. Por eso, apuntan desde Futurism, desde el año 2012 la luz nocturna está considerada carcinógena según la Asociación Médica Estadounidense.
La incidencia de la contaminación lumínica, que nos acompaña por las noches mientras volvemos al hogar y que está siempre ahí afuera, sin excepción, es además especialmente intensa en la producción orgánica de la hormona melatonina. Más allá de perjudicar los ciclos de sueño y, como decíamos antes, producir insomnio, el déficit de melatonina reduce la producción de la hormona del crecimiento, deteriora la capacidad antioxidante natural del organismo y debilita el sistema inmunológico. Somos animales diseñados mediante selección natural para disfrutar de unas cuantas horas diarias de total oscuridad.
Además, y siempre según las investigaciones de Futurism, "se ha demostrado en multitud de ocasiones que estar expuestos a la luz durante la noche está relacionado con la obesidad". En todos estos casos -obesidad, depresión, irritación, cáncer, enfermedades del corazón...- la responsabilidad recae sobre la modificación no natural de nuestro tic tac interno. Y no somos conscientes hasta qué punto eso es terrible. Nuestro cuerpo ha evolucionado a lo largo de miles y miles de años. No podemos alterar sus necesidades sin consecuencias. Es como si decidiéramos comenzar a caminar a cuatro patas. Nos haríamos polvo los huesos.
Por último, y más allá de nuestra salud inmediata, la contaminación lumínica también tiene consecuencias en nuestra seguridad. "Los puntos brillantes de luz de la iluminación de carreteras producen una condición conocida como deslumbramiento de discapacidad", lo que invisibiliza todo a nuestro alrededor excepto esos puntos de luz. Y esos pequeños lapsus en la carretera pueden pagarse muy caro. Por todo ello, y desde 2009, la Asociación Médica Estadounidense incentiva la reducción de la contaminación lumínica y la utilización de iluminación exterior blindada. ¿Nos da mal rollo la oscuridad? Sí. ¿La necesitamos? También.