Todo lo que le ocurre a tu cuerpo segundos después comer chocolate
El mundo está lleno de personas infinitamente diferentes pero todas tenemos algo en común: nos vuelve locas y locos el chocolate. Porque este manjar, lo más parecido a una droga que guardamos en nuestras despensas, hace que los momentos malos sean un poquito más luminosos y que los momentos luminosos sean increíbles. Todo gracias a la liberación de endorfinas que provoca en nuestro organismo. Y, sin embargo, y aunque nos encante, el chocolate tal y como lo encontramos en las estanterías de los chocolatees un producto bastante nocivo para nuestra salud. ¿No te lo crees? Pues síguenos, que vamos a enseñarte cómo actúa en nuestro organismo desde que el mismo momento en que lo tragamos.
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Además de endorfinas, el chocolate también consigue que nuestro organismo libere otros dos importantes químicos: la serotonina, también llamada hormona de la felicidad, y los endocannabinoides, que alteran nuestro estado de ánimo de la misma manera en que lo hace el cannabis. Son estas dos sustancias las responsables de que nos sintamos tan contentos y relajados en este preciso instante.
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Pero el lado oscuro del chocolate sale a la luz cuando nuestro cuerpo trata de digerirlo. Por un lado, la enorme cantidad de grasas que contiene aumenta el riesgo de indigestión en aquellos que sufren acidez estomacal. Y, por otro, el maremoto de azúcar que trae consigo aumenta peligrosamente los niveles de glucosa en nuestro cuerpo, multiplicando las probabilidades de sufrir diabetes incluso en personas consideradas sanas.
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En estos momentos, nuestro cuerpo empieza a almacenar la energía contenida en el azúcar del chocolate que no quememos, aumentando el riesgo de padecer obesidad. Además, la cafeína que esconde el cacao comienza a hacer efecto y aumenta nuestro nivel de alerta, de concentración y de energía.
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Sin embargo, y aún con la cafeína haciendo de las suyas, nuestro cuerpo podría entrar en un estado de letargia provocado por el repentino bajón de azúcar. Nuestro cerebro tendría entonces dificultades para procesar correctamente la información y nuestro estado de ánimo pasaría de la euforia y el bienestar a la irritabilidad.
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Pero la montaña rusa química, anímica y energética no termina ahí. Porque una nueva sustancia entra en escena: la teobromina, que vuelve a transportanos a un estado de enorme alerta y, de paso, también al cuarto de baño, pues genera un aumento de la tasa de producción de orina de nuestro organismo.
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Increiblemente, la letargia vuelve a aparecer por culpa de las subidas y bajadas de azúcar. Además, a estas alturas las grasas que contiene el cacao comienzan a depositarse alrededor de nuestros órganos y bajo nuestra piel. En otras palabras: estamos engordando.
Más de 6 horas después
Contra todo pronóstico, esta historia chocolatada tiene un final relativamente feliz. Porque, una vez abandonado nuestro organismo, los restos no digeridos del chocolate son absorbidos por bacterias intestinales muy beneficiosas que liberararán progresivamente sustancias del cacao reductoras de la presión arterial y de la hormona del estrés. Una pequeña excusa a la que aferrarse para no abandonar del todo su consumo. Ya sabes, consume razonablemente y tu salud continuará disfrutando este manjar.