Por qué opinamos sin tener ni idea

Hay personas que cuanto menos saben, más creen saber. Opinan de todo, corrigen e incluso a veces no dejan ni hablar a los demás. Y es por algo dicen que la ignorancia es muy atrevida… Ahora bien, ¿por qué lo hacen?

Todos conocemos a la típica persona que opina de todo sin tener ni idea, pero que piensa que sabe mucho más que los demás. Son esas que no se callan, que corrigen y que tienen sugerencias para cada conversación. Da igual el tema del que se esté hablando, si lo conoce o no, ella opina como si tuviera la verdad absoluta e incluso intenta imponer su visión, como si los demás fueran unos incompetentes o ignorantes. Lo peor de todo son sus aires de grandeza, esa defensa de su opinión como lo único válido, lógico e inteligente. Y es que es cierto que puede tener más conocimientos sobre ciertos temas, pero sobre todos es un poco improbable. 

Lo curioso es que parece que estamos rodeados de este tipo de personalidades y aparecen cada día más. Algo normal si tenemos en cuenta que somos una sociedad mucho más egocéntrica e individualista, en la que también abundan los narcisistas. Al final estamos cultivando una cultura del yo extrema, en la que los demás son invisibles o pasan a un segundo plano, aunque nos relacionemos con ellos, porque instrumentalizamos nuestras relaciones. En palabras del filósofo Byung-Chul Han “somos personas que estamos en red sí, pero no estamos unidos: la comunicación actual se basa en no escuchar”. Así, nos relacionamos con la mente rígida y el oído cerrado, por lo tanto es fácil caer en la trampa de opinar sin tener ni idea… Ahora bien, más allá de esta tendencia social, ¿qué hay detrás de ese opinar sin tener ni idea? Veamos.

Ultracrepidianos: los que tienen respuestas para todo

La tendencia obsesiva a opinar y a dar consejos incluso de áreas sobre las que no se tiene ni idea se conoce como ultracrepididarianismo. Sí, un término documentado en 1819, bastante complicado de pronunciar, pero que es utilizado para hacer referencia a este tipo de actitudes. Y aunque no esté reconocido por la RAE, proviene del latín, de la unión de ultra más allá y crepidarius zapato que a su vez se refiere crepida zapatos. De hecho, para comprender realmente su significado tenemos que remontarnos al pasado, a la figura de Apeles de Colofón, un pintor del año 352 aC de la Antigua Grecia en el que confiaron personalidades como Alejandro Magno y Filipo de Macedonia.

La historia cuenta que un zapatero criticó las sandalias que llevaba uno de los personajes que había pintado y este las modificó. Al volver a exponer la obra, el zapatero se dio cuenta de que cambió lo que le comentó y se decidió a criticar más elementos, pero Apele le dijo: “Ne supra crepidam sutor iudicaret” “que el zapatero no opine más arriba de los zapatos” o lo que a día de hoy conocemos como “zapatero a tus zapatos”, expresión para callar a esas personas que critican cosas que no son de su competencia y el significado de lo que conocemos como ultracrepidianos.

Ahora bien, antes de continuar es importante aclarar que todos tenemos derecho a opinar sobre cualquier aspecto, o sea esto no va de criticar ni limitarnos, sino de los que se tiran el rollo ante cualquier tema como si fuesen expertos en la materia y bociotean cualquier intento de opinión diferente a la que ellos exponen. Es decir, de aquellos que son desconocedores de la humildad y se presentan como máximos referentes.

Un aspecto importante es que los ultracrepidianos no son conscientes de sus limitaciones y no suelen respetar a los demás. Eso es lo que los diferencia. En su intento por destacar a cualquier precio, son capaces de llevarse a los demás por delante e incluso de quedar mal e intentar silenciar a quien sí sabe del tema. De hecho, la crítica suele ser una de sus grandes acompañantes. Eso sí, ultracrepidianos hay de muchos tipos, están esos que simplemente se muestran como referentes y otros que llegan a tal extremo que critican todo lo que no tiene que ver con ellos. Razón por la que hay que tener mucho cuidado con ellos…

El efecto Dunning-Kruger, ultracrepidianos e incompetentes

Así, podemos definir a los ultracrepidianos como aquellos que cuanto menos saben, más creen saber. Ahora bien, ¿por qué les pasa? ¿cómo es posible que lleguen a veces a límites tan absurdos en los que queden en ridículo? La respuesta la encontramos en el efecto Dnunning-Kruger. Se trata de un sesgo cognitivo bastante común que lleva a sobreestimar las propias capacidades y que conlleva además una serie de características y rasgos como los siguientes:

  • Superioridad ilusoria.

  • Falta de realismo sobre las propias competencias, valías y personalidades.

  • Baja autoestima. Sí, aunque parezca increíble; de hecho, esa superioridad la ejercen para defenderse y aparentar.

  • Dificultad para ver su falta de competencia o inhabilidad metacognitiva. De hecho, si se dieran cuenta, es como si atentaran contra su autoconfianza.

Como vemos, opinar de todo, sin tener ni idea no es más que un intento de demostrarse a uno mismo que no se inferior, ignorante o incapaz. Aunque justo el mecanismo que ponen en marcha los deja en evidencia… Lo que ocurre es que están tan inmersos en autoafirmase que no se dan cuenta.

La buena noticia es que este efecto puede disminuirse y llegar a desaparecer si se incrementa la seguridad en uno mismo, eso sí de forma real: aceptando la valía personal, pero también las limitaciones. O sea, aceptando que no se es un superhéroe ni un experto en todo, que la duda y el cuertionarse son herramientas necesarias para desapegarse de ese egocentrismo que lleva al narcisismo y a la anulación de la visión de los demás y que los errores son necesarios para aprender y avanzar. Porque ¿qué aburrida sería la vida si siempre supiéramos de todo, tuviésemos las respuestas a todas las preguntas y no nos equivocásemos no? Al final relacionarnos, opinar, conversar con los demás va de curiosear, descubrir, aprender y errar y aunque a veces nos dé reparo en aceptar que somos limitados, ese también es precisamente el punto que nos empuja a hacer más cosas y valorar lo que tenemos.

Y por último, una pequeña reflexión: mucho cuidado con pensar que son siempre los demás los que opinan de todo sin saber nada, a veces nosotros también tenemos nuestros sesgos y estamos empeñados en demostrar nuestra superioridad. Por lo tanto, hagamos un poco de ejercicios de humildad ; Porque aunque seamos expertos en algún campo, somos inexpertos en otros cuantos...

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