La Depresión Postvacacional Es Mentira

Entonces, ¿es cierto que la 'depresión postvacacional' o la Astenia primaveral son enfermedades reales y no un mero invento para que las farmacéuticas o herbolarios vendan vitaminas?
Depresión postvacacional Código Nuevo

Dentro de 15 días se acaba el verano para la mayoría, y nos tenemos que ir mentalizando del cambio de horarios, dinámicas y, en resumen, hay que atenerse a la vuelta de la rutina. El cambio meteorológico afecta a la conducta de las personas, pero, ¿de qué manera? Existen más de 5.000 estudios dentro de la meteoropatalogía psiquiátrica sobre el fenómeno depresivo y las condiciones meteorológicas. Entonces, ¿es cierto que la 'depresión postvacacional' o la Astenia primaveral son enfermedades reales y no un mero invento para que las farmacéuticas o herbolarios vendan vitaminas?

Estos fenómenos no están sustentados por la ciencia, aunque sí existen coincidencias entre el aumento de ingresos y trastornos. Según la mayoría de expertos consultados, los síntomas de estas pseudoenfermedades se deben a la adaptabilidad de nuestro organismo a los horarios, la temperatura, la humedad, incluso por los cambios de presión atmosférica. En la Astenia primaveral los principales síntomas son: cansancio, fatiga y sensación de tristeza.

Los síntomas de la Astenia primaveral tienen lógica debido al cambio del huso horario, la aparición de alergias o el incremento de estímulos exteriores. Los humanos vivimos condicionados por estos estímulos; la luz, por ejemplo, es uno de los que más afectan al estado de ánimo del ser humano y existen estudios en el norte de Europa que prueban la relación entre el elevado número de suicidios y la falta de esta.

Pero, ¿cómo podemos justificar “la temida” depresión postvacacional? De ninguna manera, la depresión postvacacional no existe. Lo siento, seguro que a más de uno o de una le he truncado el próximo estado de Facebook.

La depresión postvacacional, también llamada síndrome postvacacional o estrés postvacacional, es un concepto que se refiere a la presión emocional o la ansiedad producida por la vuelta al trabajo. No se puede catalogar como una enfermedad, no hay un consenso entre la comunidad científica, y es que como todos los procesos de cambio, el cuerpo y la mente necesita un periodo de asimilación. El mismo que tendrán que asumir las personas que se queden sin trabajo a finales de septiembre, cuando se acabe la temporada y descubran la falsedad de los índices de bajada del paro, y entonces lo llamaremos depresión postlaboral.

La depresión postvacacional no figura en el BOE como enfermedad profesional, tampoco en la investigación de Las enfermedades profesionales desde la perspectiva de la seguridad social, estudio financiado por el Ministerio de Trabajo e Inmigración, pero a pesar de ello se reseña la importancia de las dolencias derivadas de riesgos psicosociales y la falta de inclusión de algunas de ellas en la lista. Otro de los síndromes relacionados con el ámbito laboral es el Burnout, también llamado síndrome de desgaste profesional, que está en auge y las empresas e instituciones están ofreciendo cursos de formación y dinámicas de grupo para prevenirlo.

Los síntomas aceptados como el estrés y la ansiedad la mayoría de síntomas de los síndromes derivados del ámbito laboral son las enfermedades psicológicas del siglo XXI . La patologización del estrés y todos sus derivados son la epidemia del mundo occidental. Quizás nos tendríamos que preguntar más a menudo por qué cada día surgen nuevos conceptos y síntomas englobados en diagnósticos enrevesados. Todo proceso de cambio comporta una lucha emocional y un periodo de inestabilidad transitorio, y por eso tenemos que relativizar la vuelta al trabajo. Por otro lado, la mayoría de personas con un supuesto síndrome postvacacional tienen trabajos donde la conciliación de la vida laboral y familiar es la principal traba; otros sufren un régimen con condiciones laborales pésimas, y así les afecta una gran variedad de causas más bien estructurales. La cuestión quizás sería por qué las personas no están a gusto en los trabajos o cómo las empresas  e instituciones cuidan de sus empleados y empleadas.

Ayer, Twitter se llenaba de hashtags #DepresionPostVacacional, incluso una persona bromeaba a cerca de  que este fenómeno "será menor debido al paro" y otro lo solventaba con la siguiente frase: "La depresión postvacacional me la voy a quitar a base de besos". Igual la depresión postvacacional no es un problema de las personas, sino de las exigencias laborales de un mundo occidental que va a 5.000 kilómetos por hora, y de momento, aún tenemos carne y huesos, hasta que la robótica nos suplante por completo. La mayoría de expertos y expertas asocian el estrés y las depresiones fruto del trabajo  a la insatisfacción. Aunque si os hace ilusión este estado de ánimo de depresión postvacacional, cada vez más coloquial, no dudéis en utilizarlo, porque las vacaciones son la leche, todo hay que decirlo.

 

 

Preferencias de privacidad