Por Qué Las Cosas No Son Solo Blanco O Negro
Hace exactamente un año alguien importante para mí me dijo: "Ana, elegir es renunciar". Me caló y lo interioricé tanto, que me lo repetí cada día durante mínimo cuatro meses estaba en uno de esos momentos en los que sin duda me aliviaba pensarlo. Si lo piensas bien, en su sentido más básico, es cierto. En la mayor parte de decisiones importantes escoges algo y renuncias a otra de las posibilidades. Un tiempo después seguí pensando en ello, aunque ya no me lo repetía en voz alta, me empezaba a sonar raro, pues me parecía muy simplista a la vez que derrotista pensar que era todo tan radical.
A pesar de ser Géminis y llevar hasta el extremo mi bipolaridad, solía pasarme, hasta hace poco, que ante decisiones importantes tenía las cosas bastante claras, ya que soy binaria y confío en mis decisiones. ¿Qué ha cambiado en mí? Creo que con la edad mi madre estaría orgullosa de leer esto te vuelves menos binaria y te das cuenta de que las cosas casi nunca son blancas o negras.
Pensar que solo existen esos dos colores es como aceptar que siempre ante cualquier situación solo existen dos caminos, opuestos entre sí y que de ninguna de las maneras pueden convivir. El pensamiento dicotómico, el todo o nada, es para los pesimistas. Los optimistas encuentran los grises, incluso los arcoiris, como caminos alternativos que surgen de la fusión de otros. Y esto sí es la vida real.
Si le tuviera que dar una oportunidad a "el blanco o negro" , al "todo o nada", se la daría sin duda como terapia para cortar radicalmente con algo. Es la medicina mental para muchas situaciones en las que tu cabeza te juega malas pasadas y necesitas convencerla rápidamente con un poco de agua fría y con un bate de béisbol de que esto es o blanco o negro y punto y final. Para todo lo demás, los colores, los tonos, la saturación, el brillo y el contraste.
Para tus relaciones con los demás, la dicotomía te cierra un montón de puertas. Te elimina la capacidad de razonar, de argumentar, e incluso, ojo, de cambiar de opinión. Para tus relaciones contigo mismo, te limita la capacidad de solucionar problemas de una manera creativa, pues de normal la creatividad es propiciada o impulsada por otras ideas previamente descartadas.
Con el tiempo, te das cuenta de que no es necesario que nada sea tan radical y que lo que sí es cierto es que elegir es, en todo caso, avanzar. Supone dar un paso adelante hacia algo nuevo o diferente y que nunca sabes qué pasará. Hay pocas elecciones en este mundo que se tomen voluntariamente y que, a día de hoy, sean para toda la vida.
Este artículo va dirigido a esas personas que, ante las situaciones, solo ven dos caminos completamente opuestos. Olvídate, eso que ves así es tu mente, y la mente, en ocasiones, cobra vida propia y nos engaña y envuelve en pensamientos que no son reales. Tengo una buena noticia para ti: ni cuando eliges o renuncias, ni cuando no eres elegido y eres el renunciado estás dentro de un laberinto en el que la única posible salida es el camino recto y no sabes si encontrarás el final. En ambos casos, de ambas situaciones, existen una infinidad de caminos que solo tienes que ir avanzando para ver qué pasa. Hacer tu mente más flexible es una cuestión de práctica, de poner en marcha ejercicios de autoreflexión, de poner en duda lo que firmememente piensas y de escuchar a los demás.