Cada vez más gente decide ir a cenar sola a los restaurantes

Positivo porque significa que estamos rompiendo el estigma social de la soltería. Negativo porque no siempre es una soledad deseada

La gente ha hecho comunidad alrededor de la comida desde tiempos inmemoriales. Era el momento en el que la tribu se reunía. En el que las familias se sentaban juntas y trataban de ponerse al día. En el que las parejas se tomaban ese break diario para encontrarse sin prisas. Pero la cosa parece estar cambiando. El auge de la soltería, el descenso de la tasa de natalidad y cierta reivindicación del tiempo a solas está haciendo que cada vez más gente coma y cene sola. Y no solo en sus casas: según un análisis del periodista Carlos Prego, este fenómeno se está extendiendo también a los bares y a los restaurantes. Ya es lo más normal del mundo pedir mesa para una sola persona.

Así lo demuestran los datos. Como cita el propio Prego, plataformas como OpenTable han registrado un aumento de las reservas para uno de un 64% en apenas cinco años. Está ocurriendo en Estados Unidos. En Reino Unido. En Alemania. En Japón. Y en muchos otros lugares más. Y por un lado tiene una lectura positiva. Sí, que la gente comience a perder la vergüenza por sentarse sola en un restaurante fancy demuestra que estamos rompiendo con la dictadura de la pareja y comenzando a revalorizar otras propuestas de vida. Una persona soltera no debería tener que renunciar a que un día o una noche le pongan comida rica por delante. Hacemos bien en superar ese estigma.

Pero, por otro lado, toda esta tendencia también tiene varias lecturas negativas. Para empezar, mucha de esa gente que come sole no lo hace por decisión propia. Es una soledad no deseada. Y eso sí que es jodido. Sobre todo porque ya le está pasando a la gente más joven. La que debería estar más activa socialmente. La que debería estar más arrebujada con otras personas. Reivindicar la dignidad de plantarse solx en un restaurante y disfrutar con unx mismo es una cosa y enmascarar la tristeza de no tener a nadie más con quien compartir la comida y charlar otra muy diferente. Algo que se hace aún más duro cuando también se vive solx. Es demasiado aislamiento diario.

Y luego está el tema cultural. En España, concretamente, la hora de la comida y de la cena ha sido siempre una excusa a la que agarrarse para mantener unida a la gente. Para reírnos. Para hacer el idiota. Para sincerarnos. Para ponernos un poco profundos. Para coexistir, vaya. Y sería una pena perder eso. Por suerte, parece que el aumento de gente que come o cena sola es mucho más leve en nuestro país que en otros lugares del mundo: según Prego, y basándose en datos de la Fundación Mapfre, entre 2017 y 2022 creció solo un 5%. Aún así, es una tendencia al alza, y hay que ver cómo hacer para que ese solo dining sea algo agradable y anecdótico y no una forma de vida.

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