Por qué a los jóvenes de Japón no les importa el sexo tanto como a ti

Según destacan las encuestas, muchos de estos jóvenes de Japón recurren a los videojuegos, el anime o la pornografía como medidas de entretenimiento sustitutivas de su vida sexual.
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Los japoneses no tienen sexo. El que pensábamos que era uno de los países más pervertidos y en el casi cualquier cosa, sexualmente hablando, era posible y, si no, ellos lo inventaban, resulta que está a dos velas. Y no porque sean todos torpes y no conozcan las mejores técnicas de ligue, sino porque no les apetece. Un reciente estudio del Instituto Nacional de Investigación sobre Población y Seguridad Social ha señalado que, en Japón, el 42% de los hombres y el 44% de mujeres de entre 18 y 34 años, aún es virgen. Unas cifras que tienen al gobierno nipón muy preocupado.

Pero esto no es nuevo. La periodista japonesa Maki Fukasawa ya acuñó en 2006 la expresión soushoku danshi, -algo así como  ‘hombre herbívoro’-, para referirse a aquellos hombres que, sexualmente hablando, pasaban olímpicamente de la carne. Una expresión que propagaría por Japón durante los siguientes años y que se usa para designar a esa gran parte de sus jóvenes que mostraba un deseo sexual prácticamente inexistente.

Pero, ¿por qué? Qué tendrá de malo. Pues nada. Las personas que toman esta opción dicen preferir su propia independencia, alejarse de todos los problemas que pueda ocasionarles una relación afectiva o, sencillamente, sienten que tienen demasiadas ocupaciones y que hay cosas más importantes que hacer. El año pasado, el periódico Japan Times hacía alusión a este fenómeno a través de una encuesta realizada a treintañeros japoneses, que se referían a las relaciones amorosas como “molestas”. Lo cierto es que todo esto está trayendo un descenso a la natalidad japonesa que dura ya más de una década y una población cada día más envejecida.

Pero no es que ellos sean raros. Lo cierto es que, en Occidente, este tipo de situaciones llama cada vez menos la atención: Los millennials practicamos, en general, menos sexo que nuestros antepasados. Así lo recogió en un estudio la Universidad de San Diego este año, señalando que, a partir de los 18 años de edad, existe un descenso en la frecuencia de las relaciones sexuales. La psicóloga Jean M. Twenge, que trabajó en la investigación, explicaba que, pese a que hoy en día los jóvenes disponen de tecnología y aplicaciones que ayudan a ligar, “pasan tanto tiempo online que interactúan menos en persona y, por consiguiente, no mantienen relaciones”. 

¿Quiere decir que nos estamos ‘asexualizando’? ¿Terminaremos 'encamándonos' solo con finalidades reproductivas? ¿Lo hemos aborrecido? Para nada. Una cosa es que practiquemos menos sexo y otra muy distinta es que lo excluyamos por completo de nuestras vidas. Lo que sí es verdad es que cada vez más personas están aceptando que las relaciones sexuales no sean un factor determinante en sus vidas. La asexualidad no renuncia al sexo. Simplemente, no se tiene ese impulso o necesidad de mantener ese tipo de relaciones. No se trata de celibato ni de una falta de deseo sexual puntual o de miedo al mismo. Sencillamente, ese interés no está ahí. Y así lo sienten más de 70 millones de personas en el mundo. Entre ellas, la escritora y activista Lucía Lietsi, que contaba en Código Nuevo cómo se dio cuenta de que lo era.

España está en el puesto 9 de países más activos sexualmente, según un Top 10 publicado por el portal iMujer. No obstante, este colectivo también existe en nuestro país y busca tener mayor visibilidad para que sea reconocido y respetado como orientación sexual. Desde AVEN, web que nació en 2001 en el Reino Unido y que tiene versión española, se pretende enseñar todo acerca de esta opción de vida. Explican, por ejemplo, que serlo “no implica necesariamente no tener libido o no practicar sexo o no poder sentir excitación o no poder enamorarse o no tener pasiones o no sentir deseo”.

Los asexuales, de hecho, pueden amar y sentirse amados en una relación de pareja. Otra cosa es que el sexo pueda convertirse en un mero trámite, en un ‘favor’ hacia la otra persona o que, por otro lado, pueda llegar a ser disfrutable. La cuestión es que no es deseado durante el paso del tiempo ni echado en falta cuando se ausenta.

En cuanto a lo que sucede en Japón, puede llamar la atención, pero no por el hecho en sí, sino por la cantidad de personas a las que les ocurre esta ausencia de interés por el sexo y las relaciones. De hecho, muchos expertos debaten ahora sobre si este asunto merece ser tratado como un fenómeno sorprendente. Apuntan que “la sociedad japonesa es compleja, pero feliz en su manera de ser”.

La falta de apetito sexual en el país asiático se intenta excusar a menudo con una desilusión de la juventud frente a la situación económica y el mercado laboral. No ver claro su futuro haría mella en su independencia y autoconfianza, algo que influye directamente en su capacidad de establecer relaciones con otras personas.

Según destacan las encuestas, muchos de estos jóvenes japoneses recurren a los videojuegos, el anime o la pornografía como medidas de entretenimiento sustitutivas de su vida sexual. Y es que las nuevas tecnologías y posibilidades de comunicación nos brindan muchas opciones de contacto con otras personas, pero también nos pueden abstraer hasta hacernos caer en el aislamiento social.

Crédito de la imagen: Sandy Kim

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