Trucos para mantener la calma a pesar de la inflación

En momentos en que la fragilidad de la salud mental y los precios altos se dan la mano, hay que respirar y ser frugal

Se dispara el pan, la carne, el aceite y los cereales e incluso el papel higiénico ya se planta en los cinco euros el paquete. La inflación nos asfixia al mismo tiempo que aumenta el precio de la energía y se presenta un invierno complicado. Ya hemos dado en alguna ocasión consejos para esquivar la inflación en el carro de la compra, aunque es casi imposible, y no descartamos que haya protestas contra la situación actual. Pero, más allá de la protesta y la compra, ¿cómo podemos mantener el temple y la compostura ante este aumento de los precios?

El digital La Mente es Maravillosa nos plantea tres formas clave de seguir disfrutando de la vida a pesar de la situación, aunque el miedo a la recesión, la emergencia climática y la guerra de Ucrania nos lo pongan aún más complicada.

Repite: menos es más

En primer lugar, el digital defiende una mentalidad frugal, que consiste en apreciar la ligereza e intentar interiorizar que menos es más. Menos plástico, menos cantidad de ropa, menos azúcares...Si aprendemos a medir nuestras compras, tal vez podemos reenfocar nuestro bienestar. Reutilizar vasos, plásticos o piezas de ropa, evitar compras innecesarias, disfrutar del tiempo de calidad con tu gente o intentar ahorrar y no endeudarse son actitudes coherentes e importantes para no despilfarrar.

Acéptalo, ya nos recuperaremos

La aceptación es clave en esta situación. Aunque sea complicado, luchar contra este escenario puede llevar a la frustración, por lo que es importante darse el tiempo necesario para esperar a que mejore y no chocarte contra la realidad. La aceptación es clave para el bienestar, según diversos estudios.

El agradecimiento es otra actitud que ayuda a sobrellevar estas situaciones. Ante el pensamiento de “qué situación más difícil nos ha tocado vivir”, que es totalmente comprensible, lícito y normal, puedes intentar responderle con “doy gracias por” y completar con la familia que te quiere, los amigos que te apoyan o ese trabajo que aunque no te acaba de convencer ni te permite ahorrar sí que es suficiente para ir cubriendo tus gastos cotidianos e incluso pegarte algún viaje de vez en cuando. No se trata de ser conformista ni consolarse con poco, ni tampoco de engañarse, sino de respirar de vez en cuando valorando lo bueno.

Por último, hay un pensamiento que es muy útil a la hora de afrontar momentos difíciles y que refuerza la resiliencia: el de que todo pasa y esta situación horrible también pasará, tarde o temprano, aunque no tengamos muy claro si lo que vendrá después será mejor o peor.

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