Así son las 'Chicas Gordas Viajeras' que están revolucionando Instagram

Las fotos de las Chicas Gordas Viajeras son un alegato a favor de la autoaceptación del cuerpo y contra la automarginación. 

Las fotos y las anécdotas son los mejores recuerdos de cualquier viaje. Aunque existen dos tipos de imágenes: las que adoptan como única protagonista a esta estampa de postal o aquellas en las que el entorno comparte espacio con quien lo está disfrutando. Y Annette Richmond, una estilista de 32 años, cayó en la cuenta de algo: las personas acomplejadas, normalmente por su peso, se decantan más por las primeras, y se niegan la oportunidad de quedar retratadas junto a aquello que están visitando porque no quieren 'estropear' la imagen con sus imperfecciones. ¿Conformarse? Jamás: Richmond se propuso pelear contra sus complejos y ayudar a que otras personas pudieran hacerlo, creando el hashtag #Annette Richmond –al que le seguiría Annette RichmondFacebook y una cuenta del mismo nombre también en Instagram– para compartir fotos de sus viajes y conectar con otras mujeres orgullosas de su figura. Y ha sido todo un éxito.

"Quiero que esto sea una comunidad donde podamos hablar de nuestros asuntos y de las cosas que estamos pasando mientras viajamos, en nuestras vidas cotidianas, en nuestras relaciones, incluso para desahogarnos", explicaba Richmond a la revista MIC. Habla de su grupo privado de Facebook, creado a petición popular tras haber logrado cautivar a miles a fans de su cuenta de Instagram y de que miles de mujeres se subieran al carro de #FGT. Porque, como también detalla, las personas con sobrepeso se enfrentan, además de a más de una mirada reprobatoria, a otros problemas particulares. "Tengo muchos miembros en el grupo que se ponen muy nerviosos viajando en avión". ¿Por miedo a volar? Puede, pero no tanto como por el hecho de que quien se siente al lado les mire con recelo por tener que compartir espacio con una persona gruesa o como por el temor a no caber en el asiento.

Así, con su perfil de Instagram Richmond pretende alcanzar otro objetivo: "Muchas mujeres viven unas hermosas vacaciones y solo fotografían el paisaje porque no se sienten lo suficientemente seguras como para ponerse frente a la cámara", asegura, y completa diciendo que "si cada vez tenemos más representación y más mujeres nos ponemos delante de la cámara, más gente se sentirá cómoda haciéndolo". Todo un alegato contra la autodiscriminación y a favor de la autoaceptación del cuerpo. Un espaldarazo que pretende que cualquiera, independientemente de lo que marque su báscula, pueda atesorar para siempre una foto junto al Taj Mahal.

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