Esos Tíos Que Se Acojonan Y Te Dejan Pero Luego Vuelven, Tienen Un Nombre
El síndrome del Guadiana no está acreditado, ni se ha publicado en una prestigiosa revista científica, ni se han hecho estudios al respecto. Pero existe, lo tengo comprobado empíricamente. Se aplica a todos aquellos hombres que al menos una vez en la relación se acojonan por diversos factores mentales y lo mandan todo a la mierda de la manera más absurda. Da igual que estéis hechos el uno para el otro, que tú des tu mejor versión y que todo parezca encajar. Hay algo que falla en su cabeza y ¡patapum!, desaparecen. Generalmente, tardan poco en recapacitar y volver. Pero en ese periodo de tiempo, ¿qué leches ha pasado en ese cerebrito? En la parte abandonada de la relación reina el desconcierto.
Para todo aquel que ande un poco flojo de geografía, el Guadiana es el cuarto río más largo de España, pero hay un punto de su cauce en el que desaparece y unos kilómetros más adelante vuelve a emerger. Se puede entender fácilmente la similitud, ¿no?
¿Por qué?¿Qué es lo que asusta al Guadianaman? ¡Es que no lo entiendo! ¿Acaso se piensan que vamos a cortar su libertad?, ¿que vamos a pedirles hijos para finales de año?, ¿que los domingos de manta y peli no molan? ¡Que no! Que nosotras tenemos vuestra vida, nuestras aficiones y nuestras amistades al margen de vuestra existencia. Las relaciones no son un todo o nada, no hay que estar seguro al 100% desde el principio de que compartes cama con tu media langosta, pero el hombre Guadiana siente que tiene que estar convencido de todos los recovecos desde el minuto uno. Y cuando ve que algo no cuadra, se va a por tabaco y vuelve al mes.
Es sorprendente la capacidad de algunos tíos de dejar una relación sin miramientos y para luego volver cuando ya ¡por fin! se han aclarado. Principalmente, pueden hacer eso por un motivo: nosotras tendemos a perdonar siempre y cuando veamos un profundo arrepentimiento. Algunas vislumbran este remordimiento en cinco minutos y otras tardan un mes. Pero el resultado es el mismo.
Y mientras, la parte abandonada ¿qué se supone que tiene que hacer? La mayoría espera y desespera, intentando explicarse qué ha sucedido. En este periodo todo su círculo intentará encontrar una explicación al comportamiento guadianesco. Estarán los de “se habrá agobiado”, los de “habrá otra” y los de “no es el momento”. Todo poco consistente. El caso es que cuando una ya está a punto de llegar al clic que te convence de que hay cosas que no se pueden comprender y que, tal vez, ese chico no era para ti y punto, te envía un Whatsapp. Como si no hubiera pasado nada.
Cuando una tía te deja, lo hace y punto. No marea al personal. Él no. El impás en las primeras etapas en la relación es obligado para muchos. Pero ese lapso de tiempo que los guadianers necesitan es tan misterioso como los agujeros negros. Los científicos aún no han logrado averiguar de qué se compone. Luego todo se olvida y casualmente no vuelven a existir ninguno de los problemas que un día se antojaron un obstáculo insalvable para continuar con la relación. Se hacen incluso bromas al respecto, pero el dolor ahí queda. Una ventaja es que la tía puede seguir utilizando siglos después la coletilla en las discusiones de: “Bueno, tú me dejaste, que es peor”.
Crédito de la imagen: Levi Walton