Cómo Estar Soltero Significa 'Estar En El Mercado' (Y Da Mucho Asco)
Acabas de salir de una relación, has pasado el luto de rigor y te sientes con la capacidad de emprender algo nuevo. Así que sales 'al mercado'. Te pones a buscar. Oteas. Hueles. Escoges. Te dejas ver y eres consciente de que otros están haciendo lo mismo contigo. Empieza el juego.
Pero si nos ponemos literales, la expresión es bastante horrible. Suena un poco a ristras de cajas de tomates con algunas caras humanas asomando. Estrujas sus mofletes como quien decide si ese aguacate está maduro. Sopesas pros y contras, decides si prefieres algo sano, algo rápido, algo barato. Decides si merece la pena. Creo que la expresión 'estar en el mercado' describe muy bien nuestra manera de encarar las relaciones. Estamos en un mundo global e hipercapitalizado y no podemos evitar ver las relaciones como una transacción. Cuánto doy. Cuánto recibo. ¿Merece la pena? ¿Hay beneficio? ¿Estoy recibiendo lo que estoy dando?
Decimos que estamos en el mercado porque, de forma inconsciente, entendemos que somos productos. Que estamos sujetos a la oferta de la ley y la demanda. Que hay taras que debemos esconder, puntos fuertes que destacar y debilidades que ocultar. Porque debemos ser deseables y, por tanto, hay que hacer campaña de marketing para convencer a nuestro público. Y las redes sociales suelen ser, habitualmente, nuestro escaparate.
El problema de que las relaciones humanas estén imitando las leyes del mercado es que las personas dejamos de tener valor intrínseco. En el capitalismo, los artículos valen en función de cuánta gente quiera comprarlos o en función de cuánto estén dispuestos a pagar por ellos. Y cuando vemos las relaciones en esos términos, caemos en prejuicios. Uno puede minar o engordar su autoestima, y con ella muchos ostros aspectos de su vida, en función de cómo cree que le ven los demás y de si 'le compran' o no.
¿Qué hay de los que superan la treintena? Muchas veces hemos oído expresiones como "si sigue soltero, por algo será". Vamos, como si viéramos un cajón en que solo queda una pieza de fruta: si todo el mundo la ha dejado ahí, será que no es de tanta calidad. Algún fallo tiene, aunque no lo veamos, así que no vamos a ser los tontos que se lo lleven a casa.
Hay productos que se fabrican en masa para un amplio público, hay artículos de lujo a los que sólo pueden acceder círculos selectos. Si en vez de un producto pongamos, un reloj hablamos de una persona, la correlación que hacemos en nuestra cabeza es clara. A menudo el atractivo de algo reside en el hecho de que no es para cualquiera.
Estas cosas las pensamos de los demás y las pensamos de nosotros mismos. Por eso hay muchas personas a las que la soltería les produce cierta angustia. Si no hay nadie pujando, es que no valen. Porque en un mundo capitalista, lo que no tiene demanda no tiene valor.
En definitiva, el problema fundamental de ver las relaciones términos de mercado es que nuestro valor depende de los demás y no de nosotros mismos. Y eso, además de ser triste y peligroso, es una mentira.
Crédito de la imagen: Nate Walton