Practicantes del 'sí pero no': así es estar con alguien que no sabe lo que quiere

Al iniciar una relación solemos aspirar a construir un vínculo feliz y significativo. Queremos compañeros de vida cómplices y auténticos que, además, sean amantes valiosos y maduros capaces de compartir un proyecto en común enriquecedor. Pero, a vece
persona no sabe lo que quiere

Al iniciar una relación solemos aspirar a construir un vínculo feliz y significativo. Queremos compañeros de vida cómplices y auténticos que, además, sean amantes valiosos y maduros capaces de compartir un proyecto en común enriquecedor. Pero, a veces, a pesar de que ansiemos esto con todas nuestras ganas la realidad es muy diferente. Sobre todo cuando en nuestro camino se cruza ese tipo de persona que no sabe lo que quiere y apuesta más por una relación sin compromisos, libre de ataduras. Porque una cosa es "tener libertad" y otra muy distinta "estoy contigo cuando me apetece y me acuerdo".

Practicantes del "sí pero no"

Cuando nos enamoramos, en un primer momento, todo parece perfecto bajo los efectos del sedante enamoramiento. Incluso, algunas personas pueden resultarnos más atractivas que otras y no solo por el físico, sino también por ese halo de misterio y libertad que los caracteriza. Los y las practicantes del "sí pero no" tienen ese toque atrayente que embruja a más de uno/a por su perspectiva sobre la vida y su modo de actuar. Pero, más allá de esto, ¿qué hay detrás de este tipo de personas?

Su lema suele ser "sin prisas, nada de exigencias, hacer lo que apetece y cero compromisos". Los practicantes del "sí pero no" son grandes escapistas de los sentimientos. Pareciera que solo quisieran satisfacer sus propias necesidades sin tener en cuenta las de los demás. Pero, en realidad, en muchas ocasiones ni ellos mismos saben lo que quieren y tienen ese vacío que procede de un fuerte sentimiento de inseguridad personal, de un temor más profundo como el miedo al sufrimiento y al abandono o incluso, de la sensación de ser invadidos y no tener su propio espacio personal. En definitiva, la persona que no sabe lo que quiere teme lo que el amor implica, el desafío que supone.

Consecuencias de estar con una persona insegura

Tener una relación con una persona que no sabe lo que quiere puede ser muy peligroso porque puede hacer del amor un juego de inmadurez y sufrimiento. Al principio, tal y como hemos señalado, ese toque de inseguridad y no querer comprometerse con nada ni con nadie puede resultar atractivo porque el misterio engancha pero a la larga, cuando se pide más se volverá en contra. Más aún si la filosofía de vida de la otra persona no es la misma.

Además, dependiendo de la razón de su negación al compromiso se generarán unas consecuencias u otras. Por ejemplo, si lo que de verdad teme es el miedo a ser abandonado su propia forma de actuar terminará generando que esto ocurra y pondrá en marcha comportamientos controladores y dependientes. Si por el contrario, le aterra que le invadan pondrá tanta distancia que la frialdad se instalará rápidamente en la relación con la otra persona.

La cuestión es que, de un modo u otro, su indecisión y su tendencia a escapar del compromiso impedirá la construcción de una relación sana y le alejará en cualquier caso del sentimiento del amor y de todo lo que ello implica.

¿Qué hacer si estamos con una persona que no sabe lo que quiere?

Lo importante es ser conscientes de la situación, tanto por parte de la persona que no sabe lo que quiere como de la que lo tiene claro, y tener en cuenta que la inseguridad y el miedo al compromiso repercuten en la satisfacción de la relación. Luego, poder hablar libremente de cómo se sienten y cómo manejarlo, ya que los altibajos emocionales que pueden surgir pueden ser complicados.

Además, intercambiar cómo son sus formas de amar y cuál es la concepción que tienen de una relación también ayuda. Ahora bien, si no hay respeto, ni comprensión, ni responsabilidades, difícilmente podrá desarrollarse una relación sana y feliz. Por ello, también es conveniente saber hasta qué punto estamos dispuestos a entregarnos. Amar a medias y a ratos no hace bien ni es necesario.

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