Por Un Mundo Donde Ser Psicópata No Sea Digno De Admiración

Muchas mujeres lamentan que solo les atraigan los tipos duros, y también hay una gran suma de hombres que no pueden evitar enamorarse de las mujeres más frías y manipuladoras.
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Muchas mujeres lamentan que solo les atraigan los tipos duros, y también hay una gran suma de hombres que no pueden evitar enamorarse de las mujeres más frías y manipuladoras. Por alguna extraña razón, elegimos a nuestros héroes de la televisión, y no dejan de presentarnos a protagonistas egocéntricos, calculadores y manipuladores, como en la tan aclamada serie House of Cards, en Sherlock Holmes, en Breaking Bad o en Dexter. El psicópata no es solo el asesino en serie, por definición es aquel que no siente empatía, que no es capaz de ponerse en el lugar de la otra persona y hay muchos grados de psicopatía.

Quizá algo falle en nuestra sociedad y en nosotros mismos cuando encontramos divertida la falta de empatía de Sheldon Cooper o vemos atractivo el narcisismo del doctor House. Puede que nos atraigan a pesar de ser así, y no por serlo. Puede que lo que nos guste de ellos sea su carácter fuerte, su decisión, su valentía, su seguridad... Lo que ocurre es que nos olvidamos en seguida de que valoramos esas cualidades, y no su arrogancia, su falta de respeto por los demás y su insensibilidad, ya que todo está mezclado en la misma persona y se acaba confundiendo.

Todo empezó mucho antes de que nos diéramos cuenta...

Qué diferente sería nuestra vida si cuando éramos pequeños en el colegio, el más valorado de la clase hubiera sido el que estudiaba, tenía ganas de aprender, se esforzaba, era amable y se metía la camisa bien metida por dentro. A esos los llamábamos "pringaos" y en cambio nos gustaba ser o hacernos amigos de los que hacían justo todo lo contrario.

Nuestra sociedad nos educó desde pequeños para sentirnos más atraídos por el poder que por el amor, priorizar la seducción sobre la autenticidad y poner por encima el talento que el trabajo. El vago narcisista que no tenía pelos en la lengua resultaba ser el centro de atención, mientras otros guardaban silencio en la esquina del patio, esperando a seguir estudiando al volver a las aulas.

El futuro siempre está en nuestras manos...

El gusto se potencia, como cuando nos acostumbramos a comer un tipo de comida y nuestro paladar se hace a determinados sabores. También pasa esto mismo con las personas, tanto las parejas como los amigos o los héroes que elegimos.

Podemos dejar que nuestro lado más morboso y cruel brote libremente por nosotros mientras vemos alguna barbaridad en las series más contemporáneas, o podemos elegir encauzar de otra manera ese lado oscuro, con el deporte por ejemplo, y así lograr que nuestra ira se convierta en fuerza para trabajar más duro, y nuestro afán de poder se transforme en ganas de crecer y conocer más el mundo.

No se trata de dejar de ver ciertas películas o series, pero sí de qué admiramos y cultivamos. Nosotros elegimos a nuestros héroes, y tarde o temprano nos pareceremos cada vez más a ellos, tanto si hemos elegido a Steve Jobs, a Gandhi o al doctor House.

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