Por qué es imposible que tengas más de 150 amigos

Se conoce como el número de Dunbar y ahora que tenemos más amistades que nunca gracias a a las redes sociales, empieza a estar en cuestión
Fragmento de la serie 'Friends'

En los años 90, un estudio de un antropólogo británico marcó la cifra mágica de la amistad: 150. Se conoce como el número de Dunbar por Robin Dunbar, su inventor y desde entonces, siempre se ha considerado el límite de amigos que una persona cabal puede tener. Pero ahora, unos investigadores de la Universidad de Estocolmo lo han puesto en duda. Sus autores aseguran que cualquier persona que le ponga empeño podría tener todavía más vínculos amistosos.

Empeño y muchas horas libres. Porque la amistad requiere un esfuerzo. Pero el estudio es más complejo que eso. Está relacionado con el tamaño del neocortex. Por las dimensiones de esta zona del cerebro en los humanos, Dunbar dedujo que 'solo' podemos tener 150 amigos. Ahora, la nueva investigación apunta a que lo que mide nuestro cerebro no determina la cantidad de amistades que podemos tener. De hecho, el autor del estudio, Johan Lind, apunta a que ese límite no se puede determinar tan fácilmente.

Y ahí entra en discusión lo que la ciencia no puede definir: qué es la amistad. Dunbar ha salido a criticar que el estudio de Lind no entiende qué es, cualitativamente, la amistad, algo que él describe como la relación entre dos personas que se podrían saludar sin sentirse raras si se encontraran casualmente en un aeropuerto. La verdas es que la definición es precisa pero algo sorprendente. Para él va de 100 a 250 con una media de 150, según explica el New York Times, una cifra que va aumentando durante la juventud para llegar a su pico a los 30. Luego, la curva se aplana y empieza a decaer cuando te haces mayor.

Friends-gif - Bulevar

Para Dunbar, este número no es casual. Si echamos la vista para atrás, alrededor del año 6.000 antes de Cristo, ese era el tamaño de los pueblos neolíticos. Pero sus críticos, e impulsores de los nuevos estudios, aseguran que en la época de las redes sociales y de la interconexión es ridículo ponerse esos límites mentales. Evidentemente, al tener la opción de cruzarte con más gente que antes con la que compartes aficiones, es una posibilidad de aumentar tu espectro de amistades. Pero ya nadie se engaña y todos somos conscientes de que esas relaciones, o las cultivas por fuera de la pantalla o probablemente se queden como una cosa anecdótica que probablemente te genere más agobio que bienestar.

Es comprensible que la ciencia se preocupe por saber qué límite de relaciones puede soportar nuestro cerebro. Pero a nosotros, más que acumular amistades, lo que nos debería preocupar es cómo cuidamos las nuestras, si somos capaces de dar y recibir lo mejor y si nos rodeamos de personas que nos hacen bien. El número es absolutamente lo de menos.

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