Nómadas modernos: las 7 realidades del que nunca pasa tiempo en casa
Ya sea porque vives en Mordor, porque sigues con tus padres a desgana o simplemente porque no te da tiempo entre tus 384 actividades, quizás seas de los que no pasa por casa en todo el día o la semana. Tanto tiempo fuera del nido te ha proporcionado una segunda capa de piel adaptada a todo tipo de superficies y asientos que no son tu sofá. Eres un nómada moderno, un Indiana Jones urbano y, aunque no conoces el confort, nadie saborea la libertad como tú.
1. Te conviertes en oráculo
Antes de salir de casa tienes que imaginarte las 463.945,8 situaciones diferentes en las que te puedes ver envuelto desde que abres un ojo hasta que tu cabeza toca la almohada al acostarte, incluyendo la posibilidad de acabar durmiendo otra vez en casa de un colega, de tu pareja o de tu abuela, que vive más cerca del curro. A veces, improvisas según avanza la jornada y, entonces, deseas que tus calcetines tuviesen tres lados para ponértelos por tercera vez. Te sientes guarro/a, pero libre.
2. Adquieres complejo de caracol
La casa a cuestas por si llueve. Llevas un bolso o mochilo de 30kg de los que Ryanair te escupe en la cara si llevas como equipaje de mano. Ahí llevas todo tipo de objetos de utilidad variable desde apuntes arrugados hasta la ropa del gimnasio. Es probable que entre ellos se encuentre un tupper usado de hace tres días que es mejor esterilizar antes de volver a usar. Tu espalda te odia y te sientes el jorobado de Notre Dame, pero tú lo que eres es un nómada moderno.
3. Tu salón es un bar
O una cafetería, o un parque en verano, y de vez en cuando una biblioteca. Ahí te apalancas leyendo, estudiando o trabajando que es gerundio. Eres cartógrafo profesional de locales con WiFi y cuando ves uno por fuera ya sabes al instante el número de enchufes por metro cuadrado, el precio aproximado del café y a qué hora va a haber borrachos gritando. Y cuando toca, esa es la hora a la que vas, porque lo bueno de estar siempre fuera es que te pueden interceptar tus colegas fácilmente. El planeta es tu hogar. Eres un ‘cierrabares’, y a mucha honra.
4. Tienes un máster en tupperología
Miras a la gente que puede ir a comer o a hacer la siesta a casa como si fuesen de otro planeta. Cuando te diste cuenta de que te iban a embargar la cuenta si seguías comiendo fuera, abrazaste la religión del tupper. Los tienes de todos los colores y tamaños y dado que a veces desaparecen en las zonas comunes, alguna vez le has robado a alguien uno de Peppa Pig, para vengarte. Pero no siempre puedes ser fiel a la tupperology y tienes rachas en las que se te pone cara de bocadillo. Te sientes un malnutrido feliz.
5. "En ocasiones veo series"
De repente ocurre: estás en casa, tienes tiempo, no tienes plan y no es porque te hayas fracturado nada. Miras a tu alrededor desconcertado, das vueltas sobre ti mismo cual cachorro y le preguntas a tu hermana cómo funciona Netflix. Tu madre llora de felicidad por verte en el sofá un sábado, te pregunta si tienes fiebre y te mira de reojo al pasar por si te desintegras. Manda una foto al grupo de WhatsApp de sus amigas. No sabe que tu presencia durará lo mismo que tu aplastante resaca o hasta que te vuelva a llamar la calle. Tienen que entender que eres un ser salvaje y no un animal doméstico.
6. Eres el Anti-anfitrión
La risa llega cuando por inspiración divina invitas a alguien a tu casa, porque la falta de costumbre te lleva a los extremos. O bien pareces un mayordomo castigado "¿quieres un quinto vaso de agua? ¿te hago un masaje? ¿qué música te pongo?" o eres un despiadado ser apático que no ofrece ni una silla y dejas al colega tres horas olvidado mientras charlas con tu vecino de toda la vida, al que ¡sorpresa! tú nunca habías visto.
7. Te planteas poner tu ‘batcueva’ en alquiler
Puede que tu habitación parezca una sala de espera soviética porque no te molestas en darle vida: no hay decoración ni indicios de que haya alguien roncando ahí de vez en cuando. Si, en cambio, eres de los que opina que el orden y el caos son relativos y se unen en sus extremos un puto desordenado lo que tienes no es una habitación sino un almacén de objetos inútiles desparramados que vas acumulando sin control porque, total, no pasas tiempo ahí.
Eso sí, te has sacado un abono de temporada en casa de algún colega o de tu novi@, donde te espachurras tres veces por semana. Los de la Asociación de Culos Inquietos amamos y necesitamos a los integrantes del Partido de Gente Casera y Expertos en Chilling porque a veces necesitamos pausar en nuestras aventuras callejeras.