Porque intercambies a tu pareja no significa que la quieras menos

El sexo no es sota, caballo y rey. Cada vez manda más la experimentación y las fantasías no entienden de años, clase social, género o profesión.

El sexo no es sota, caballo y rey. Cada vez manda más la experimentación y las fantasías no entienden de años, clase social, género o profesión. Manel León es un joven de 30 años que practica el intercambio de parejas y además ha trabajado en varios clubes de ‘swingers’ y 'liberales' de Barcelona. El matiz de conceptos es porque ‘swingers’ implica a parejas que comparten su sexualidad con otras pero juntos, mientras los 'liberales' lo hacen sin restricciones...

Los intercambios de pareja están a la orden del día en algunos países de Europa, pero en España aún hay muchos tabúes. Para Manel León, “estos encuentros aportan abrir nuevos caminos, ya que ofrecen nuevas formas de ver el sexo”. Y advierte: “Puedes trabajar muchas cosas que hacen que estés más unido a tu pareja. No por intercambiarla la quieres menos”. Y sobre los participantes, en efecto, aquí hay de todo y no se puede generalizar. “No hay una forma de vivir el intercambio de parejas. Son muchas las formas. Hay gente más ‘soft’, de sólo mirar, tocarse, jugar y observar a los de al lado. Y otros harán todo lo contrario: fetichismos, fantasías, tríos, de todo”.

No es quién puede hacerlo, sino cuándo

Puede que hacer intercambio de parejas no sea para todo el mundo, pero “no es cuestión de quién puede hacerlo y quién no. Es más bien en qué momento. Sólo diría que no lo probara alguien cerrado a la vida", dice Manel. "Al principio yo sólo quería follar en un balcón y que nos miraran. No hicimos nada más”. Pero fue así como nuestro guía en este reportaje empezó a participar en intercambios de pareja y, actualmente, con su chica innova a diario, "desde una perspectiva liberal, una versión perversa como en los clubes de referencia de Berlín, donde no se clasifica a nadie”.

Otros rompen el hielo en lugares como Tantra Secret Spa, donde “muchas parejas prueban con los masajes tántricos, que es algo más suave e íntimo y permite ponerse en situación sensual expuestos a terceros, pero manteniendo cierta privacidad. Es un buen puente a experiencias más abiertas”, apunta Leyre Khyal, directora del centro y ‘sex coach’.

Vale. De acuerdo. Y ahora… ¿cuáles son los límites en un intercambio de parejas? La mente de las personas, indican. “Tú decides hasta dónde quieres llegar. Hay unos códigos de aceptación y de negación. Es sencillo: un ‘No’ es un ‘No’. Si alguien te toca el brazo y no te gusta, lo rechazas tranquilamente. Los límites dependen de la persona con la que estés jugando y, si se traspasan, en el local se pueden tomar medidas”, explica Manel León, cuyo apodo en las redes es @vaciatumente. Se debe a la célebre reflexión de Bruce Lee donde se nos invita precisamente a eso: a vaciarnos, a desprendernos de todo y gozar del presente. Dónde y cuándo queramos. Más o menos, así sería el intercambio de parejas. Be water, my friend...

Somos más libres

Muchos os preguntaréis si estas cosas son tan normales. “Sólo en Barcelona llegó a haber quince clubes de intercambio de parejas y hoy hay en torno a ocho. En la red social de intercambios SpicyMatch vienen todos los clubes de España y otros países. Diferentes fiestas y generaciones”, apostilla quien fuera relaciones públicas en Wow Barcelona! o Udara Swinger Club, entre otros símbolos del sexo libre.

Sobre el precio, depende de cada sitio. Pero lo que siempre hay es mucha demanda: “Hay mil fantasías en una sociedad en la que necesitamos liberarnos de las cadenas”, concluye Manel, admitiendo que se ha notado la influencia de “la era de la información”. O para entendernos, que conocemos más de todo, que el porno ha alcanzado hasta el último móvil y, en general, que parece que somos más libres. Ahora bien, “aún no ha llegado la apertura total incluso en gente muy abierta”.

Por ejemplo, en Alemania el código de vestimenta en este tipo de fiestas swingers o liberales se respeta con rigor y es muy fetichista tanto para hombres como para mujeres. Aquí, nos dicen con resignación, aún prima la visión masculina y suelen ser ellas las que cuidan los detalles, la sensualidad, la provocación. La colegiala, la enfermera y el bellezón de turno frente al tipo que viste… como siempre.

Y ponemos el broche de oro a esta incursión en los intercambios de parejas con un toque cinéfilo: “Yo hice una fiesta en una gran masía en Corbera, con unas 150 parejas, es decir, 300 personas. Tipo Eyes Wide Shut, vamos”, zanja con naturalidad, refiriéndose a la película de Stanley Kubrick.

Seguro que en aquellas sugerentes escenas, antes del sexo desbocado por Internet, muchos ya encontraron un aliciente glamuroso para explorar nuevos caminos. Y hoy es una realidad compartida por gente como tú y como yo.

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