Me apunté a un máster para dejar de sufrir y descubrir mi propósito en la vida

En el Máster de Desarrollo Personal y Liderazgo aprendes durante nueve meses herramientas para conocerte a ti mismo, relacionarte con los demás y reinventarte profesionalmente
El edificio de la Casa de la Convalescencia donde se imparte el Máster de Desarrollo Personal y Liderazgo en Barcelona. | C.P.

Ante mí se alza el magnífico edificio de la Casa de la Convalescencia en Barcelona. A estas alturas ya estoy acostumbrada, pero el primer día de clase pensé que estaba entrando en la escuela de magia de Harry Potter. En realidad es un edificio de la Universidad Autónoma de Barcelona donde se imparte los fines de semana el Máster de Desarrollo Personal y Liderazgo en el que llevo meses sumergida. Con el paso del tiempo he ido viendo que no se diferencia tanto de Hogwarts, a algún profesor solo le falta sacar la varita.

El Dumbledore de esta escuela sería Borja Vilaseca, fundador y director del máster, pero este barcelonés de 37 años no tiene barba blanca ni viste túnica. Fue periodista mientras Borja Vilaseca y, cuando acabó —si es que ese proceso tiene final—, decidió compartir con el mundo las herramientas que había encontrado. Y eso se materializó en la primera promoción de este máster que acogió la Facultad de Economía de la Universidad de Barcelona UB en el año 2008.

“Cuando comenté en mi entorno que iba montar un máster sobre autoconocimento la mayoría me dijo que estaba loco y que iba a fracasar estrepitosamente; sin embargo, desde el primer año hemos llenado todas las plazas y la demanda no para de crecer”, nos explica Vilaseca. En 2016 dejó la UB y fundó su propio instituto, presente en Barcelona, Madrid y Valencia. Y ahora mismo, 10 años después de impulsar el primer grupo, cuenta con un total de siete promociones al año de unos 35 alumnos por clase. “Con el impulso de la crisis económica, la sociedad ha entrado en un proceso de transformación maravilloso. Cada vez más personas sienten una profunda necesidad de cambio y la necesidad de conocerse mejor”, afirma Vilaseca.

Básicamente, cada fin de semana, durante nueve meses, tienes un taller con algún experto en materias tan diversas como la meditación, la nutrición, el PNL o el emprendimiento. Está dividido en tres bloques que vendrían a ser: autoconocimiento relación contigo mismo, desarrollo espiritual relación con los demás y con la vida y reinvención profesional relación con el mercado laboral y el sistema económico. Y en todos ellos se trabaja desde la perspectiva cuerpo, mente y espíritu, fomentando que los participantes cuestionen sus creencias, se replanteen las diferentes dimensiones de su vida y descubran quiénes verdaderamente son y cuál es el auténtico propósito de sus vidas.

Elvira Sánchez hace ya años que dejó atrás el máster pero no la profunda transformación personal que empezó dentro de ella en 2014. “El momento del máster fue muy intenso. Pone mucha información en tu cabeza, pero simplemente deja una semilla y luego es cosa tuya seguir regándola”, me cuenta Elvira por teléfono. En ese momento ella tenía 24 años y trabajaba en la banca, donde pensaba que podría ayudar a la gente a gestionar su economía para hacer realidad sus sueños. Pero empezó a ver que no era del todo así y le surgió la pregunta ¿esto es lo que realmente quiero hacer con mi vida?

Qué te lleva a hacer un máster así

Al Máster de Desarrollo Personal y Liderazgo se suele llegar a partir de una crisis vital o al menos un cuestionamiento interno. Su fundador, Borja Vilaseca, después de todos estos años de experiencia y de haber visto a miles de alumnos pasar por sus clases es capaz de dividir en cuatro grupos las motivaciones que te llevan a meterte en ese viaje.

  • “Por un lado están la persona inmersa en una profunda crisis existencial, que ha llegado a una saturación de sufrimiento y que intuye que salir de ahí depende de sí misma.

  • Después hay personas que pasaron por una crisis, que han comenzado el viaje, que han probado otras cosas y están todavía en la inquietud, pero no necesariamente están sufriendo.

  • También hay personas que, tras pasar por las etapas anteriores, están en un momento de vida de puta madre pero les apasiona aprender sobre la condición humana y el sentido de la existencia. Se sienten felices, no les duele nada, no hay incomodidad.

  • Por último están los que no están en crisis, no están en saturación de sufrimiento, no están en búsqueda, no están bien, están en una zona de comodidad, están un poco escépticos… pero ‘conocí a una amiga a la que le fue muy bien y vengo a ver qué pasa’. Este es posible que cuestione todo lo que le digan, que se oponga violentamente a la información que se le da e incluso puede abandonar el curso antes de que acabe totalmente indignado”.

Así que no es un máster para todo el mundo, pero yo podría decir que soy de las primeras, o tal vez ya estaba en la segunda fase, lo que tenía claro es que estaba harta de mí misma y de batallar con la vida cada día, así que necesitaba herramientas para empezar a deconstruirme. Algo parecido le pasó a Gloria Abellán, que también está haciendo el máster ahora mismo pero en Madrid. “Fue a raíz de un problema de pareja que llevaba arrastrando desde hacía más de un año y me provocaba mucho sufrimiento, así que empecé a ver vídeos de Borja”, explica Gloria que tiene 31 años, es de San Vicente del Raspeig, en Alicante, y cada fin de semana coge el coche y se hace 800 kilómetros ida y vuelta para asistir a cada seminario.

Pero resulta que no es la única, en su promoción hay gente que viene de Málaga, de Salamanca y hasta de otros países de Europa y Latinoamérica. Pero esta inversión de tiempo, energía y dinero a Gloria le está valiendo muchísimo la pena. “Está siendo muy interesante, muy intenso, muy movido. A veces duro. Conocerse no es fácil, pero está siendo una experiencia muy importante en mi vida”, me cuenta Gloria que es enfermera y fisioterapeuta y aspira a poder aplicar lo que está aprendiendo sobre crecimiento personal con sus pacientes.

Willy Acosta ya lo hace, pero en el ámbito del deporte. Este barcelonés de origen ecuatoriano de 23 años es uno de los alumnos más jóvenes que han pasado por el máster —la media ronda los 40 pero ha habido valientes que lo han hecho con 65— y dejó el gimnasio en el que trabajaba como entrenador personal para hacerlo por su cuenta implementando lo que aprendió durante su año de máster. Ahora sabe que la actividad física no solo es una cuestión de salud y de aspecto sino también de energía y casi que de espiritualidad. “Se puede llevar al cuerpo a una actividad bastante intensa, jugando un poco con el oxígeno y a partir de ahí, te fundes con la realidad. Aplico la consciencia dentro de la actividad física, porque cuando nos movemos pasamos de un estado a otro”, me cuenta este joven con evidente pasión por lo que hace.

Qué se aprende en el máster

“El objetivo final es que te conozcas a ti mismo de manera profunda, que sepas quién eres y qué has venido a hacer aquí para vivir desde tu autenticidad, que dejes de vivir con automatismos y haciendo lo que crees que la sociedad espera de ti”, me explica Borja. Para ello ha seleccionado cuidadosamente —y cada nueva edición se perfecciona con el feedback de los alumnos— a los profesores más punteros en diferentes disciplinas tanto físicas, como de gestión emocional, de introspección espiritual y de reinvención profesional para que en cada seminario nos den una herramienta diferente y nos hagan cuestionar lo que hasta ahora creíamos que sabíamos.

El último fin de semana el que nos hizo estallar la cabeza fue Emilio Carrillo. Había venido desde Sevilla para explicarnos lo que aprendió después de morir y volver a su cuerpo. También nos habló sobre cómo es hablar con los muertos o, como él los llama, “desencarnados”, porque considera que la muerte no existe y es simplemente un “cambio a otro plano”. Una concepción de la vida revolucionaria con la que, evidentemente, cada uno hace lo que quiere después de la clase. El mismo Borja Vilaseca insiste constantemente en que no hay que creerse nada de lo que nadie dice sino validarlo con la propia experiencia y lo que no te encaja, pues lo descartas. Más que nada porque “el máster no te cambia la vida; lo que te cambia la vida es lo que cada participante hace con el máster”.

Probablemente esto mismo le dijo el pasado viernes a Guillermo Amor, un gallego de 25 años, que se ha mudado a Barcelona para hacer el Máster de Desarrollo Personal y Liderazgo. Llegó hace unos días para empezar a buscar piso y está muy ilusionado con el año que le espera. Él ya pasó por su crisis existencial hace unos años y el fondo lo tocó una noche de estudio. “Estaba de exámenes y había tomado muchísimo café y Red Bull para aguantar y mi corazón hizo ‘pum’. Tenía la sensación de que perdía la consciencia así que me ponía a saltar en la cama… con lo que pasé una noche bastante jodida”, explica Guillermo el punto de inflexión en el que empezó la búsqueda que le ha traído a donde está hoy.

Una transformación en grupo

Guillermo casi me da envidia porque está empezando el máster. A mí ya me queda menos de la mitad y me pregunto cómo será cuando me tenga que separar de este grupo de desconocidos que me conocen mejor que muchos amigos. Porque inevitablemente hemos ido compartiendo de todo, nuestras dudas existenciales, nuestros traumas con los padres, nuestras vergüenzas inconfesables y nuestros miedos más profundos. “Los profesores vienen y van, pero lo más importante aquí será el grupo de personas con el que vais a compartir este viaje”, nos decía Borja Vilaseca el primer día mientras le mirábamos incrédulos.

Pero Elvira me confirma que lo que ha unido el máster, no lo separan los años: “Hay personas que a día de hoy siguen siendo grandes amigas mías. No son relaciones superficiales porque, después de lo que vivimos juntos, de las cosas a las que nos enfrentamos, podemos hablar desde la vulnerabilidad y sin tapujos”. De hecho, cuando nos estamos despidiendo Elvira se apresura a preguntarme: “Bueno, ¿y tú, qué tal, cómo lo estás viviendo?”. Porque hay como una especie de complicidad entre los que han pasado por el Máster de Desarrollo Personal y Liderazgo, ella sabe que, desde hace unos meses, probablemente esté accediendo a partes de mí misma que he ignorado durante mucho tiempo. Esas que intentamos tapar con adicciones, que nos hacen aguantar relaciones tóxicas y trabajos en los que nos sentimos miserables.

De hecho es habitual que durante o a raíz del máster uno acabe cambiando de pareja o incluso de trabajo. Elvira acabó dejando la banca y el joven Willy cogió fuerzas para lanzarse por su cuenta. Pero quien se siente en esas clases esperando que le resuelvan los problemas con una varita mágica, no está en el lugar adecuado —para eso está Hogwarts—. Bienvenida es la persona que esté preparada a cuestionar todas y cada una de sus certezas, a dejar de intentar tener la razón y de considerarse una víctima. Yo, por lo pronto, he decidido dejar de quejarme de lo mal que me trata la vida y de responsabilizar a los demás de mi sufrimiento. Pero pienso bucear en lo más profundo de mis sombras hasta que solo quede la mejor versión de mí misma.

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