Las Razones Por Las Que La Champions Engancha Tanto Como Una Serie

¿De repente tus amigos desaparecen los martes y miércoles? ¿Excusas baratas para no quedar entre semana? No te preocupes, no eres tú, es la Champions.
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¿De repente tus amigos desaparecen los martes y miércoles? ¿Excusas baratas para no quedar entre semana? No te preocupes, no eres tú, es la Champions. Vuelve la competición que todo futbolero quiere ver, la que consigue que un país entero deje de ser de veinte equipos para convertirse en fan o hater de uno solo.

¿Por qué es la mejor competición del mundo?

Porque sólo están los mejores. La liga de cada país premia a los mejores cada año con un billete para la Liga de Campeones de la temporada siguiente; no es fácil llegar, pero el premio es poder viajar por Europa jugando contra los mejores del resto de ligas. Si ganas un partido te llevas una alegría. Si pierdes al menos te llevas unas cuantas fotos y un par de visitas turísticas.


¿Siempre ganan los mismos?

Pues no, y aquí te pongo unos cuantos ejemplos:

En la final de 2005, el todopoderoso Milan iba ganando 3-0 al Liverpool al descanso. En los siguientes 45 minutos se produjo algo que todo futbolero tiene grabado a fuego en el recuerdo: “el milagro de Estambul”. 

Aunque no seas del Liverpool reconócelo, se te ha puesto la piel de gallina con el You'll never walk alone de fondo.

El 26 de mayo de 1999, Bayern de Munich y Manchester United jugaban la final en Barcelona, en la última gran final del Siglo XX. El Bayern había ganado la liga alemana, era el favorito y además se adelantó 1-0 en la final. En el minuto 90 el resultado seguía así, pero entonces aparecieron dos jugadores cuyos nombres han pasado a formar parte de libro de leyendas de la Champions: Teddy Sheringham y Ole Gunnar Solskjaer.

Las finales son a partido único, pero para llegar a ellas tienes que pasar por una fase de grupos con otros tres equipos, y después una fase de eliminatorias con octavos de final, cuartos y semifinales, con partido de ida y de vuelta. En el partido de vuelta de cuartos de final de la Champions de 2004, el Deportivo de la Coruña recibía al Milan, que le había metido un 4-1 en Italia casi sin despeinarse. Para poder clasificarse, los españoles tenían que ganar, al menos, por 3-0. Los italianos se llevaron 4.

Irureta, entonces entrenador del Deportivo, había prometido antes del partido que haría el Camino de Santiago si su equipo pasaba la eliminatoria; cumplió con su promesa encantado.


¿Se va a acabar hablando del Barça y el Madrid?

Estás muy equivocado, se nota que has visto poca Champions. Lo bueno de ver este torneo es que si no está tu equipo o te aburre ver siempre a los mismos, te haces temporalmente de otro, aunque sea el Cluj rumano o el Wisla de Cracovia. Cuando no te mueven los colores que laten de tu corazón, los colores de tu equipo del alma, el fútbol se disfruta mucho más, créeme.


¿Más fútbol? En serio... ¿es necesario?

Por supuesto que sí. Entre el domingo que termina una jornada de Liga y el viernes que empieza la siguiente, la semana es un desierto insufrible. Tener una excusa para salir un martes o un miércoles y tomarte una cerveza mientras ves un partido de Champions por la tele… no tiene precio. Los lunes seguirán siendo lunes, pero en seguida llega otra jornada de Champions y eso nos hace un poquito más felices.

No sé si te he convencido de que la Champions League debería ser patrimonio de la humanidad, pero en realidad no importa, porque cada vez que pongas la tele o la radio te van a bombardear con la dichosa cancioncita y con los goles que ha marcado Cristiano en Dortmund o los jugadores del Celtic de Glasgow a los que ha regateado Neymar.

La Liga de Campeones ha llegado para quedarse... un año más.

The Chaaaaampioooooons

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