Gracias Dellafuente y compañía por recordarnos lo que le hicieron a Lorca
El poeta español más influyente del siglo XX. Una de las cimas del teatro patrio. El granaino perdido en Nueva York. El hombre que gritó fuerte su compromiso con “los perseguidos, el gitano, el negro, el judío... el morisco que todos llevamos dentro”. El andaluz de mundo que no temía declararse “partidario de los pobres, de los que no tienen nada”. Lorca. Nuestro Federico García Lorca. El que los militares franquistas fusilaron acusándolo de homosexual y masón. El genio cuyo cuerpo permanece aún enterrado en una fosa común anónima. El que durante la última gala de los Goya, Dellafuente, Lola Índigo y la familia Morente recordaron con todo su corazón.
Fueron estos últimos los que dieron el primer paso. En el descanso de esta 39ª edición de los Premios Goya, celebrada en la ciudad nazarí, la familia Morente versionó el poema Anda jaleo de Lorca. Yo me arrimé a un pino verde por ver si la divisaba y solo divisé el polvo. Unas palabras que en boca de Soleá, Kiki y Estrella llenaban de belleza y tristeza el Patio de los Arrayanes de la Alhambra. Por lo que le hicieron. Por lo que le robaron al mundo. Por un delito por el que nunca pagaron. Por ese polvo al que volvió antes de tiempo. Por ser un firme defensor de esas personas que no tienen otra cosa que su voz. Por amar a los hombres. Algo que no debemos olvidar jamás.
Y para hacerlo más difícil entraron en escena Dellafuente y Lola Índigo. Por dios, qué puesta en escena. Las luces apagadas, el color verde por todo el teatro, el verde de la Andalucía de Lorca, de la gente. Y esa mirilla sobre el rapero granadino. Seguro muy similar a la que tuvo ante sus ojos aquel fascista que asesinó al poeta casi un siglo atrás. Los primeros versos del poema Verde, que te quiero verde salieron de la boca de Dellafuente y Lola Índigo recogió el testigo para terminar de traernos su hermosura al presente: Con la sombra en la cintura, ella sueña en su baranda, verde carne, pelo verde, con los ojos de frío plata. Las bailarinas y coristas fueron la guinda.
Y para hacerlo más difícil entraron en escena Dellafuente y Lola Índigo. Por dios, qué puesta en escena. Las luces apagadas, el color verde por todo el teatro, el verde de la Andalucía de Lorca, de la gente. Y esa mirilla sobre el rapero granadino. Seguro muy similar a la que tuvo ante sus ojos aquel fascista que asesinó al poeta casi un siglo atrás. Los primeros versos del poema Verde, que te quiero verde salieron de la boca de Dellafuente y Lola Índigo recogió el testigo para terminar de traernos su hermosura al presente: Con la sombra en la cintura, ella sueña en su baranda, verde carne, pelo verde, con los ojos de frío plata. Las bailarinas y coristas fueron la guinda.
Pero no fueron los únicos que se acordaron del literato de Fuente Vaqueros. También los Javis, que se encuentran en este momento grabando una película inspirada en una obra inacabada de Lorca titulada La bola negra, lo rescataron de ese silencio en el que una parte de la sociedad española quiere retenerlo. La que habla de guerra y no de golpe de estado. La que dice que la memoria histórica son ganas de generar bronca. La historia la escriben los vencedores pero la batalla es muy larga y continúa. Hoy sabemos que Lorca fue una víctima más de un movimiento golpista, autoritario y homófobo. Gracias Dellafuente y compañía por recordárnoslo. De ello depende todo.