Un estudio sugiere que deberías descansar mucho más en invierno

Tus necesidades de sueño dependen de la estación del año y deberías hacerles caso

¿Tus necesidades de descanso dependen de la estación del año? Esa es la pregunta que se hicieron unos años atrás unxs cuantxs científicxs de diferentes universidades alemanas. Para descubrirlo hicieron que 180 personas, entre ellas 98 mujeres y 90 hombres, durmieran durante tres noches al mes en un laboratorio, momentos durante los cuales monitorizaban aspectos claves como sus ondas cerebrales, sus movimientos de ojos y piernas, sus niveles de oxígeno en sangre, su respiración o su frecuencia cardíaca. La conclusión, publicada recientemente en la revista especializada Frontiers in Neuroscience, es que en los meses de invierno durmieron una hora más que en el resto de estaciones.

Y lógicamente no es arbitrario: hay una muy buena razón por la cual tu cuerpo desea dormir más durante el invierno. Según cuenta en el medio estadounidense Inverse, que se hace eco del estudio, el profesor clínico de psiquiatría y ciencias del comportamiento de la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford, Rafael Pelayo, “una gran parte de esto se debe a que durante el invierno experimentamos menos horas de luz solar ambiental, lo que impulsa nuestros ritmos circadianos, también conocido como nuestro reloj biológico, y los químicos como la melatonina que le indican a nuestro cuerpo que es hora de dormir”. Es un fenómeno totalmente natural. No hay misterio.

Pero se trata de un fenómeno mucho más profundo de lo que piensas. Porque no se trata exclusivamente de presentar una mayor necesidad de descanso, sino también del comportamiento de tu cerebro durante ese descanso. Al parecer, y según los resultados del mismo estudio, el descanso monitorizado de los participantes en los meses de invierno “incluyó 30 minutos adicionales de sueño de movimiento ocular rápido, una etapa de sueño profundo crucial para formar recuerdos a largo plazo, regular las emociones y desarrollar y restaurar el cerebro”. Y durante el descanso otoñal entraron más rápidamente en fase REM. Y en el primaveral mostraron menos intensidad de esa misma fase.

El descubrimiento, aunque sospechado hasta ahora, tiene implicaciones muy importantes: no deberías mantener la misma rutina de descanso a lo largo del año, sino que deberías adaptarla a lo que tu mente y tu cuerpo te piden durante cada estación. Es la única manera de estar en verdadera armonía con tu naturaleza biológica. En ese sentido, sugiere Pelayo en el mencionado medio, “este enfoque estacional del sueño requiere que las sociedades y las infraestructuras laborales ajusten sus horas en torno a las necesidades cambiantes del sueño”. De esa forma podrías dejar atrás muchos de los problemas de insomnio y de agotamiento diurno que arrastras. No eres una máquina invariable. Estás unidx inevitablemente al entorno y sus condiciones.