5 cosas que aprendí de personas con un trastorno mental

Una mujer con esquizofrenia le confesó a su pareja su enfermedad mental en un restaurante romántico a los seis meses de empezar la relación. El hombre fue al baño del restaurante y no volvió nunca. Otra mujer que fue prostituta, en sus delirios noctu

Una mujer con esquizofrenia le confesó a su pareja su enfermedad mental en un restaurante romántico a los seis meses de empezar la relación. El hombre fue al baño del restaurante y no volvió nunca. Otra mujer que fue prostituta, en sus delirios nocturnos, se pregunta por qué ahora que ha conseguido el equilibrio mental se le ha pasado la maternidad. Estas son vivencias reales que representa la compañía barcelonesa de teatro Brots ‘brotes’ en catalán y que está formada por personas con alguna enfermedad mental depresión, esquizofrenia, trastorno de la personalidad, autismo.

El proyecto de Brots es parte de Pallapupas, una asociación de payasos de hospital y teatro social. Su fundadora, Angie Rosales, es una actriz que en el 2000 decidió que el teatro también debería ser útil fuera de los escenarios. Cuando terminó su formación como payasa de hospital se preguntó cómo la vida y la muerte podían convivir en un mismo espacio. Vio, por ejemplo, cómo ingresaron a una niña con meningitis cuyos padres agradecieron a Angie sus actuaciones cuando salieron del hospital con su hija desmembrada.

Ella pensó que nada le daba más sentido a su vocación teatral que actuar al servicio de personas con sufrimiento. Años más tarde, en 2011, Pallapupas creó la compañía Brots. Tuve la suerte de acompañar el proyecto de teatro social durante una semana para publicar un reportaje. Esto es lo que aprendí de todos ellos.


1. El teatro es la única vía de comunicación entre ‘locos’ y ‘cuerdos’

El día que el marinero Luis Alejandro Velasco le contó a García Márquez qué sintió al llegar a tierra después de pasar diez días a la deriva sin comer ni beber dijo: "más que la sed, el hambre y la desesperación, me atormentaba el deseo de contar lo que me había pasado". Los humanos contamos nuestras desdichas y nuestras alegrías porque es tan básico como comer, beber o dormir. Para los enfermos mentales, el teatro es la única forma de expresión entre ellos y el resto de la sociedad fuera de los psiquiátricos.

Una persona con un trastorno mental no cuenta lo que le pasa por miedo a quedarse solo. El estigma sobre ellos es enorme. Paradójicamente, la ficción del teatro es la única forma que tienen de representarse a sí mismos. Fuera del teatro son ‘locos’. Sobre el escenario, personas. En Brots utilizan las técnicas del Teatro del Oprimido para indagar en sus emociones y contar sus historias. El público, en la ficción, es capaz de escucharlas.

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2. Sin empatía no hay sociedad

Una sociedad que se olvida de una parte de sí misma no puede avanzar. Como grupo, tendemos a la ceguera porque no vemos lo que no entendemos. El único modo de crecer como grupo es empatizar. Para el Dr. Boatas, psiquiatra y coordinador del Hospital Psiquiátrico de Día de Martorell Barcelona el teatro "te permite entender emociones, las tuyas y las de otros, expresarlas, trabajarlas, resolverlas". Además, apunta a que "ayuda a crear vínculos, facilita el desahogo emocional y nos permite conectar con esas partes sensibles interiores que a veces están bloqueadas o confusas" e, incluso, "permite recurrir menos a psicofármacos para contener ansiedades". Para Raquel, actriz de Brots, el teatro consigue "que se puedan [el resto] sentir identificados sin sufrir lo mismo".

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3. Hay que sacar a los locos del armario

El escritor Juan José Millás opina que tenemos que sacar a los locos del ghetto en el que los hemos encerrado. Llamamos locos a todos los enfermos mentales por convención. Quizás por pereza: entenderlos requiere esfuerzo. Por eso, Angie Rosales reclama lo mismo: "necesitamos una comunicación distinta, más humana, en la que no salgamos corriendo cuando alguien te diga que tiene un trastorno mental". Me recuerda al estigma que sufrieron los gays y que llegaron a comunicarse por señas que solo conocían ellos. Pero, ¿por qué no ocurre igual con los enfermos mentales? Por el estigma: se les confunde con los psicópatas.


4. Confundimos enfermos mentales con psicópatas

Durante un ensayo, una actriz de Brots dice: "¿A que la prensa no dice que un celíaco ha matado a su mujer?". La comparación es efectiva: la enfermedad no implica violencia. Para el doctor Boatas, la prensa es una de las fuentes del estigma de los enfermos mentales ya que usan el diagnóstico psiquiátrico para definir a una persona. Él, en cambio, propone una discriminación positiva: "fulano de tal, afectado de esquizofrenia, logra el premio de poesía de tal sitio. Así comprenderíamos que un diagnóstico psiquiátrico no es una condena indefectible hacia el fracaso".


5. La tristeza en los niños también es natural

ITAKA es el centro de psiquiatría infanto-juvenil del Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona. “Cada año hay más ingresos”, dice uno de sus psiquiatras. Lo que vi allí es la antítesis de lo que pensamos sobre la infancia. Una niña que no ha podido expresar el duelo por la muerte de su padre. Otro sin opciones en el colegio porque sufre acoso continuado. Recuerdo a la chica que se remangó la sudadera y mostró sin querer un racimo de cortes que le dejó el antebrazo del color de la madera mojada.

Nada más natural que la tristeza con las vidas que llevaban: falta de apoyo, de cariño, de estabilidad y una sociedad que parece que produce enfermos por temporadas. Las hospitalizaciones de niñas con anorexia repuntan entre abril y mayo con la ‘Operación Bikini’ de la tele. Salí de Itaka con Carme, la actriz de Pallapupas que actúa para todos esos niños sin infancia. Le dije que ella no parecía afectada y me respondió: "los actores somos atletas de las emociones: entramos y salimos de ellas".